“Un
escritor nunca olvida la primera vez que acepta unas monedas, o un elogio a
cambio de una historia. Nunca olvida el dulce veneno de la vanidad”
De esta manera empieza el
libro “El Juego del Ángel” (Planeta, 2008) de la serie “El Cementerio de los
Libros Olvidados” de Carlos Ruiz Zafón, segunda de las cuatro novelas
interconectadas y ambientadas en los escenarios de una Barcelona enigmática y
gótica, la principal protagonista, en un tiempo que va de la revolución
industrial a la post Guerra Civil. “-Eran
años en que se crecía aprisa, y para cuando la infancia se les caía de las
manos, muchos niños ya tenían mirada de viejo”. Con esta nueva lectura la
novela me ha gustado más que la primera vez, hace más de ocho años, y quizás al
seguir de manera ininterrumpida el orden de la saga y no esperar, como
entonces, casi nueve años entre ésta y la “Sombra del Viento”, por lo que los
detalles y la trama, aunque el ciclo de novelas las presente en relatos
independientes y con la intervención de personajes e hilos iterativos, están
más presentes en la memoria, la curiosidad y la emoción por una Literatura con
mayúsculas. “-Donde mis compañeros veían
muescas de tinta en páginas incomprensibles yo veía luz, calles y gentes. Las
palabras y el misterio de su ciencia oculta me fascinaban y me parecían una
llave con la que abrir un mundo infinito”. Me ha gustado y fascinado más,
sin duda, tanto como para reiterar mi opinión ya expresada en la reseña de la
novela anterior de que esta, “El Juego del Ángel”, en cuanto a argumento,
estructura y narrativa supera a “La Sombra del Viento”, más elaborada y
elegante, más profunda y madura, “Tenía
el rostro dibujado de recuerdos y una mirada que hubiera podido tener diez o
cien años”, y a pesar de prescindir aquí del genial protagonista Fermín
Romero de Torres y al que no logra superar en ese papel de secundarios de lujo,
la joven Isabella y siquiera siendo ésta un personaje magistralmente
caracterizado y empático al lector.
“-El
silencio hace que hasta los necios parezcan sabios durante un minuto”
“El Juego del Ángel es
una gran aventura de intriga, romance y tragedia, a través de un laberinto de
secretos donde el embrujo de los libros, la pasión y la amistad se conjugan en
un relato magistral.
Con El Juego del Ángel el
autor de La Sombra del Viento regresa al Cementerio de los Libros Olvidados y
nos sumerge de nuevo en su fascinante universo.
En la turbulenta
Barcelona de los años 20 un joven escritor obsesionado con un amor imposible
recibe la oferta de un misterioso editor para escribir un libro como no ha
existido nunca, a cambio de una fortuna y, tal vez, mucho más.
"La
próxima vez que quieras salvar un libro, no te juegues la vida... Te llevaré a
un lugar secreto donde los libros nunca mueren y donde nadie puede destruirlos”
“La
justicia es una afectación de la perspectiva, no un valor universal”
En “El Juego del Ángel”
encontramos la misma estructura argumental de “La Sombra del Viento”: un joven,
amante de los libros, accede y encuentra en esa mítica biblioteca borgiana un
libro al que adopta y que abre, en un juego detectivesco, la dilucidación de un
enigma, de un melodrama picado por el desengaño amoroso y el valor de la
amistad. Con David Martín, el joven escritor, recuperamos el amor por los
libros, por la Literatura, y con el que Carlos Ruiz Zafón nos hechiza a lo
largo de toda la serie: “Cada libro, cada
tomo que ves, tiene alma. El alma de quien lo escribió y el alma de quienes lo
leyeron y vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro cambia de manos,
cada vez que alguien desliza la mirada por sus páginas, su espíritu crece y se
hace fuerte” Y además, con y en ese lugar misterioso y sugestivo, “El
Cementerio de los Libros Olvidados”: “En
este lugar los libros que ya nadie recuerda, los libros que se han perdido en
el tiempo, viven para siempre, esperando llegar a las manos de un nuevo lector,
un nuevo espíritu…”
“-Uno
acaba convirtiéndose en aquello que ve en los ojos de quienes desea.”
Homenaje a Dickens, a la
narrativa, asimismo en el propio estilo preciosista de Zafón a Borges, Eco,
García Márquez… homenaje a la Literatura, insisto, en una obra maestra, otra,
que unifica una historia de amor, la intriga más negra, con fantasía,
misterios… en un argumento que atrapa al lector y absorbe su atención desde la
primera hasta la última letra, con descripciones y diálogos logrados, todo muy
gótico y con un escritor que encumbra a este género llamémosle decimonónico en
lo soberbio; con guiños literarios a Shelley, Brönte, Allan Poe, entre sombríos
y tétricos ambientes, calles, mansiones, cementerios... -“Alce la vista y creí ver el espectro de una gran tormenta negra
desplegar sus alas sobre la ciudad. Un soplo de luz blanca abrió el cielo y un
manto tejido de gotas de lluvia se desplomo como un enjambre de puñales de
cristal. Un instante antes de que la primera gota rozase el suelo, el tiempo se
detuvo y cientos de miles de lágrimas de luz quedaron suspendidas en el aire
como motas de polvo.” Y en esto, una vez más encontramos la pericia de Ruiz
Zafón, pues aúna esa atmósfera de un romanticismo siniestro y fantasioso con
cierta objetividad que abre las dudas por el desasosiego entre lo verisímil o no,
lo enajenado o espectral de las vicisitudes del protagonista y quien escribe en
primera persona su historia… “-No hay
almas ni salvaciones, señor Martín. Son viejos cuentos y habladurías. Lo único
que hay son cenizas y recuerdos, pero de haberlos estarán en el lugar donde
Marlasca cometió su crimen, el secreto que ha estado ocultando todos estos años
para burlar su propio destino”… y no digo más para no revelar detalles
interesantes, esos fastidiosos spoilers. Del mismo modo encontramos guiñadas
cinematográficas a lo Roger Corman y Alfred Hitchcock.
“-
Toda obra de arte es agresiva, Isabella. Y toda vida de artista es una pequeña
o gran guerra, empezando con uno mismo y sus limitaciones. Para llegar a
cualquier cosa que te propongas hace falta primero la ambición y luego el
talento, el conocimiento y, finalmente, la oportunidad”
Asistimos, por otro lado,
a un miramiento espléndido en esta novela del género de folletín, tanto que
David Martín se nos presenta como autor de un serial de novelas baratas bajo
seudónimo y con el nombre de “La Ciudad de los Malditos”. “-Le interesa lo mismo que a usted. Le interesan los libros, la
literatura, el olor de estos tesoros que tiene usted aquí y la promesa de
romance y aventura de las novelas de a peseta. Le interesa espantar la soledad
y no perder el tiempo en comprender que en este perro mundo nada vale un
céntimo si no tenemos a alguien con quien compartirlo. Ya sabe lo esencial. Lo
demás se aprende y lo disfruta usted por el camino”
Homenaje al folletín,
reivindicación de un valor literario menoscabado por prejuicios y hábitos
menesterosos. Y es que “… todo es un
cuento. Lo que creemos, lo que conocemos, lo que recordamos e incluso lo que
soñamos. Todo es un cuento, una narración, una secuencia de sucesos y
personajes que comunican un contenido emocional. Un acto de fe es un acto de
aceptación, aceptación de una historia que se nos cuenta. Sólo aceptamos como
verdadero aquello que puede ser narrado… toda mi vida había sentido que las
páginas que iba dejando a mi paso eran parte de mí, La gente normal trae hijos
al mundo; los novelistas traemos libros. Estamos condenados a dejarnos la vida
en ellos, aunque casi nunca lo agradezcan”
“No
se aprende nada importante en la vida, simplemente se recuerda”
En definitiva, una obra
maestra, un portento literario, con una atmósfera narrativa oscura,
costumbrista, salpicada de golpes de humor, con personajes muy conseguidos y
entrañables como los nuevos David Martín e Isabella, e inquietantes como
Andreas Corelli. Una novela impecable, maravillosa, y emotiva. Imprescindible.
-“La
envidia es la religión de los mediocres. Los reconforta, responde a las
inquietudes que los roen por dentro y, en último término, les pudre el alma y
les permite justificar su mezquindad y su codicia hasta creer que son virtudes
y que las puertas del cielo sólo se abrirán para los infelices como ellos, que
pasan por la vida sin dejar más huella que sus traperos intentos de hacer de
menos a los demás y de excluir, y a ser posible destruir, a quienes, por el
mero hecho de existir y de ser quienes son, ponen en evidencia su pobreza de
espíritu. Mente y redaños. Bienaventurado aquel al que ladran los cretinos,
porque su alma nunca les pertenecerá”
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