“El
cansancio de tener que empezar por el principio exactamente el mismo día en que
se anuncia otra vez el final.”
“Media vida” (Destino,
2017) de Care Santos no es una novela para mujeres; y si lo es, me encanta. Una
de esas novelas que se leen de manera agradable, con gusto. No por haber sido
galardonada con el Premio Nadal 2017, (no voy a entrar ni menos juzgar a los
últimos premios de los grandes certámenes literarios hispanos, si se adecuan o
no a las expectativas o a la calidad que debe precederlos, y puesto que lo que
tenga que decir ya lo dije en su momento) ni por su contenido un tanto frívolo,
o pasajero, esta es una historia que se lee con facilidad, entretenida, sensorial
y cuidada, con todos los ingredientes incluso para convertirse en una magnífica
pieza teatral. Novela coral con unos personajes femeninos perfectamente
trazados, con guiños más a Mankiewicz por su visualización fílmica que a lo que
algunos considerarían de Santos en nuestra particular Virginia Woolf. Cinco
mujeres, cinco mujeres que una vez fueron niñas. Un retrato social de España a través
de la biografía de estas mujeres, durante el franquismo, la Dictadura, y en la
Transición… Un relato de amistad y, en especial, de la memoria y el perdón.
“Al
fin y al cabo, no hay historia de amor que no incluya, al menos, un cadáver.”
“De
noche todos los problemas son más grandes.”
“En pleno verano del año
1950 cinco chicas adolescentes internas en un colegio de monjas juegan juntas
por última vez a «Acción o Verdad» o, como ellas lo llaman, el juego de las
prendas. Dos de ellas, las gemelas Viñó, están a punto de empezar una nueva
vida, llena de interrogantes, lejos de allí. La ocasión es especial y lo saben,
pero ninguna espera que esa noche se convierta en un punto de inflexión para
alguien más y que sin siquiera imaginarlo acabe marcando su camino para
siempre. A través de las vidas de cinco amigas a lo largo de treinta años, Care
Santos retrata a una generación de mujeres que tuvieron que construir sus
destinos en un momento en que la hipocresía de aquellos que querían mantener
las formas a cualquier precio se enfrentó a nuevas miradas sobre la amistad, el
amor y la libertad.”
“¿No
te sientes extraña en Madrid? Y ella ni lo pensó. —No. Agradezco vivir en un
sitio sin memoria.”
“Media vida” tiene un
comienzo interesante, intrigante, con el inocente juego de cinco niñas en un
internado de monjas durante los años cincuenta. A continuación, el ritmo y la
atención no decrece, ni en la situación de los personajes y sus circunstancias,
para reunir a las mujeres en el año 1981, el día de la boda de Carlos y Diana
de Gales, en torno a una cena que coincide con el cumpleaños de las gemelas que
participaban en aquel juego treinta años antes y que no terminó…; con la idea
del reencuentro, de saber de sus vidas, de conocer los detalles de aquella
noche en la que… Una narración llena de asombrosos giros, de sorpresas
brillantes, en un ejercicio de revisión y decisión de las vidas de sus
personajes, de “limpiar el fondo de los
cajones”, desnudarse, recordar, pedir perdón, adentrarse en un nuevo tiempo…
hasta un final de la narración adecuado y, en cierta manera, revelador y
definitivo.
“Hay
momentos en que para sobrevivir es necesario ignorar la felicidad de los
simples.”
Una novela coral,
femenina, muy bien narrada, ágil, dinámica, sostenida, de abundantes y
expresivos diálogos, con un amplio abanico de matices dramáticos, trágicos,
también humorísticos, irónicos, reivindicativos. Aunque en verdad el
tratamiento de algunos diálogos no sea el adecuado, no merezcan esa insistencia
de un narrador que sobra o se hace innecesario, de que esperábamos más de
algunos personajes, el caso de Olga o en su extremo el de la amiga presidiaria
de Julia, de algunos cabos que son solventados con cierta y misteriosa premura,
como Vicentín… “Media vida” es una obra medida, muy bien estructurada, donde su
autora domina con pericia las palabras, el desarrollo, con autenticidad y
criterio. Un artificio logrado y óptimo, entretenido.
“Nos
empeñamos en buscar grandes razones para justificar la vida cuando, en
realidad, nuestros días están repletos de razones diminutas.”
Cinco personajes. Cinco
mujeres. Cinco mujeres con las que, de una manera u otra y puesto que son tan
diferentes entre ellas, por su educación, por su estatus, por sus ansias o
sumisiones, por sus sueños o miedos, por sus apariencias o interioridades,
logramos empatizar y adentrarnos junto a ellas en los modos con que interpretan
los hechos y el devenir de una sociedad en profundo cambio, cómo intentan cerrar
puertas para poder abrir otras, limpiar el fondo de sus cajones, desnudarse de
las viejas mordazas, ser en definitiva mujeres en su singularidad. “Marta era aún demasiado joven para saber que
la genialidad suele ser fruto del mucho trabajo. Y que el verdadero genio nunca
sabe que lo es.” Y en el trasfondo de estas mujeres, de las protagonistas, siendo
tan distintas, siempre hay algo que las une, que las reúne, a cuanto no es otro
que la coyuntura, la visión, la exigencia de ir hacia adelante, de luchar para
que el pasado no sea una rémora y en el que el perdón, más en la amistad, es
necesario para avanzar y no retroceder o conformarse.
“La
vida ordena por tamaño, de mayor a menor, los recuerdos que duelen. Si los
grandes ocupan mucho espacio, los pequeños ni se sabe dónde están.”
“Media vida” bosqueja cabalmente
el escenario social de dos mundos separados por escasos años, el de la Dictadura
y el de los indecisos comienzos de la Democracia, desde el punto de vista de la
vida de unas mujeres cuyos arquetipos coinciden con el discurrir general entonces
de España. Un alegato asimismo del cambio, de la liberación de la mujer, en un
tiempo, insisto, para nada lejano, sino de una sobrecogedora cercanía y aún
latente. Un tiempo pasado en el que estaba mal visto que la mujer estudiara, fuera
a la universidad, ejerciera la medicina como una de las protagonistas, a las
niñas, en internados religiosos, las hicieran bañarse en camisón, a vendarse
los pechos para que no repuntasen las señales de su feminidad, inculcadas en el
sacrificio y postración a la familia, al hombre… de la mentalidad sobre el
divorcio, la sexualidad…
“—Las
mujeres aún pagamos un precio alto por ser visibles —respondía—. Tienes que
acostumbrarte.”
Un alegato y un homenaje
a estas mujeres que experimentaron cambios difíciles y trascendentales, con una
capacidad admirable de adaptarse a los mismos, con el duro hándicap según su
educación, su situación, su factor secundario en una sociedad retrógrada y
paternalista, inclusive de su lucha personal con la propia hipocresía
mediatizada o asumida.
“La
vida es demasiado larga para recordarla entera.”
Una novela recomendable.
“—¡Me
encantan los finales felices! —saltó Nina. —¿Sabéis que yo pienso que eso no
existe? —dijo Lola, utilizando su tono inalterable. —¿El qué? ¿La felicidad?
—Los finales. Nada termina nunca. Si las cosas terminaran todo sería muy fácil.”
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