“Yo saco el mechero [cuando oigo la palabra
cultura]. La cultura es guisar con salsas o sin salsas, vivir como un mortal o
como un inmortal, prestar a la mujer propia o conseguir la de los demás, es
decir, cultura francesa o inglesa, española o americana, esquimal o italiana.
Lo que usted llama cultura es ortopedia verbal o letrista”
Siempre supone un enorme deleite leer a Manuel Vázquez Montalbán. Y
mayor aún, en esto del entretenimiento de calidad, a la hora de emprender una
novela negra de altura, leer a Vázquez Montalbán en una de las aventuras de su
gran personaje, el detective Pepe Carvalho, ex agente de la CIA, quizás nuestro
trasunto hispano del Marlowe de Raymond Chandler, aunque con su propia
identidad: melancólico, cínico, cáustico, amigo de sus amigos, crítico e
idealista cansado, excomunista o antifranquista persuadido: “-Tiene usted la moralidad de un
izquierdista. - ¿Le molesta? – Me trae sin cuidado. Yo también tuve mis ideas,
pero ahora sólo me quedan unas cuantas vísceras en muy buen uso”; amante
del buen yantar, del buen beber, sin minimalismos ni afectaciones sibaritas,
sino del mero placer culinario como una expresión de comunicación o reflexión:
“Cuando
Gracián escribió que "...lo bueno, si breve dos veces bueno" no
pensaba en la comida o bien se trataba de uno de esos mugrientos intelectuales
de mierda capaces de alimentarse de sopas de letras...”. Además, por esa
característica incoherente en el perfil de los grandes personajes literarios, Carvalho
enciende la chimenea de su casa de Vallvidrera, tanto en invierno como en
verano, utilizando libros de su escogida biblioteca, sobre todo aquellos a los
que considera más "trascendentales" según cierto academicismo
literario o de la literatura: “Suelo
encender la chimenea con libros trascendentales. Cuanta más pretensión de
trascendentalidad, más culpabilidad. Seguro que han conseguido engañar a
alguien” El detective Carvalho es un charnego integrado en Cataluña, aunque
no de esos charnegos a los que odia el contable Alemany en estas páginas: “…los verdaderos charnegos son algunos
catalanes. Como Samaranch, Porta y otros botiflers que han hecho el caldo gordo
al franquismo”. Con todo, siempre es una obligación leer a Vázquez
Montalbán para conocer la época, española, en la que se desenvuelve la trama de
sus historias.
Esta, “La soledad del Manager” (1977- 2009 Diario Público), es una
novela corta, escrita con la hábil e inspirada narrativa de Vázquez Montalbán,
atractiva, placentera, ofreciendo un estudio peculiar e interesante de la época
histórica de la Transición a la Democracia. Estamos en 1977… “¡Hay
que ver los recuerdos! Cualquier cosa te
desencadena un amontonamiento de imágenes rotas” …
“Un hombre aparece muerto con unas bragas de mujer en el bolsillo.
La viuda encarga la investigación del caso a un "huelebraguetas"
gallego, un detective privado de complejo pasado. Lo que parecía ser un ajuste
de cuentas sexual se convierte en un ajuste de cuentas político que tiene como
fondo la sociedad española a medio camino entre la muerte de Franco y el
intento de consolidación democrática. Carvalho trata de compensar sus angustias
e inhibiciones guisando un salmis de pato a las dos de la madrugada o haciendo
el amor con la pasividad de un animal caliente pero escéptico.”
En la investigación de la muerte del manager Antonio Jaumá, Carvalho,
acompañado de secundarios pintorescos y perfectamente definidos, como su
ayudante, cocinero y ex convicto Biscuter, o su pareja Charo, una prostituta fiel
y leal, o su limpiabotas y confidente Bromuro, obsesionado por un complot
gubernamental de echar bromuro al pan y al agua para dejar a la población
atontada, se adentra a través de sus
pesquisas en una oligarquía económica que intenta mantener sus privilegios y autoridad
en la nueva situación que se abre para España con la Democracia y tras la caída
de la dictadura franquista. En este círculo económico, pleno de contrasentidos,
de una total hipocresía como medio para perpetuarse en el poder, a la que no le
importa extorsionar, jugar, amedrentar… matar, de usar el miedo, tanto hacia la
extrema derecha (el asesinato de los abogados laboristas) como a la izquierda
(ETA,
GRAPO o las manifestaciones en las Ramblas de Barcelona), con tal de mantener
su notable estatus. Ni decir tiene que, en estos convulsos e indecisos tiempos
de la Transición, encontramos paralelismos con la situación actual tras o aún
en plena crisis económica, y tal como el propio Carvalho sentencia: “Creas la sensación de que el poder no
controla la situación y de que el sistema político no sirve para garantizar el
orden... Casi siempre en favor del propio poder, que así obtiene coartadas y
cheques en blanco para hacer lo que le pasa por los cojones y como le pasa por
los cojones”
Un relato, uno más, sublime, de altísimo humor negro y
entretenimiento el que brinda el genial Manuel Vázquez Montalbán, “Había una cierta angustia personal en sus
frenéticas zancadillas adjetivales”, en este y en todos sus libros, pero más
donde Pepe Carvalho es su protagonista. Lecturas indispensables. Un hito del
género negro en la literatura no solo hispana, universal.
“… inmerso en el desván de una memoria
fotográfica lo suficientemente falsificadora, para ser novelística y no
delinquir contra la obligación del olvido”
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