Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



viernes, 27 de octubre de 2017

PASAJE O PAISAJE DEL TERROR



No es, cuanto se ve en la foto, una parte del terrorífico decorado que por estas fechas, con motivo de la festividad de los Santos (o aquel profano halloween), el Barrio San Francisco de Ronda (Asociación de Vecinos y Hermandad) desplegaba precisamente ahí, en el lugar de la fotografía, para aguardo y entretenimiento de miles de rondeños. El pretérito verbal justifica el hecho de que este año no van a disfrutar del espectacular y emocionante Pasaje del Terror que venía desarrollándose en el antiguo colegio aledaño a esta iglesia derruida y siniestra. Y aunque terroríficas sean, en mi opinión, esas banderolas publicitarias en la maltrecha fachada de la ermita consagrada a la Virgen de Gracia. Terrorífico el menoscabo a cierta  decencia arquitectónica, histórica o a la provocada por un patrimonio en saldos; y dada la escasa imaginación, ayer y hoy, de los que nos tocan, en suerte o en desgracia, al frente de esta noble vocación del gobernar. Terroríficos estandartes, insolentes pendones en la ermita de principios del siglo XVI, de fundación real para un célebre historiador local, Moretti, bajo la denominación de Asunción (según dictado del rey Fernando el Católico), luego en Templo de la Visitación, y para terminar como Nuestra Señora de Gracia en honor a la patrona (mejor matrona) de la Real Maestranza de Caballería de Ronda y a la sazón otrora titular del edificio religioso de estilo gótico mudéjar. Hasta que el tiempo y la degradación, no sin cierta o total desidia a repartir entre administraciones públicas,  iglesia católica, maestrantes y la usura bancaria, vendiera las ya ruinas de la historia, un desgarro patrimonial en la "ciudad soñada", al mejor postor, léase el rótulo de las pancartas. Un espacio por ahora reconvertido en aparcamiento clientelar, favorecido por una no muy diáfana autorización en un no muy diáfano cambio de su uso urbanístico. Y con esto no critico al postor, al empresario, ni mucho menos, más por su actual actitud colaboradora con la organización de estos generosos y desinteresados servicios de ocio a la ciudadanía y los que deberían ser asumidos como propios por el Ayuntamiento; legítimo por tanto su interés, legitimo su negocio, legítimo su proceder, en definitiva, exonerado de culpas cuando si al pedir se lo dan todo. Terrorífica, en cualquier caso, la distinta vara de medir por parte de los de la anterior y noble vocación, con la credibilidad en horas bajas, y a la hora de aplicar la norma; es decir, y a colación, la rigurosa legalidad aplicada a lo público y altruista frente o debajo de la flexibilidad, ligera y amoldada, según el interés particular.

Este año no hay Pasaje del Terror, pero quedan muchos elementos terroríficos a los que tener en cuenta. Con todo, o a pesar de todo, disfruten de la festividad.

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