Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



lunes, 8 de enero de 2018

The Exorcist.

Acabo de finalizar la segunda temporada de la magnífica serie de Fox, THE EXORCIST. Una nueva adaptación de la obra de William Peter Blatty de 1971, y, en 1973, de la perturbadora película dirigida por el realizador William Friedkin. Esta serie tiene un peso, un ritmo tenso, donde el susto, el miedo, cede el interés a los diálogos, a un suspense incómodo y a su vez fascinante. Una fotografía y ambientación extraordinarias. De hecho es una serie tan espeluznante que ya no solo consigue hacer mirar la pantalla y apartar la mirada al mismo tiempo, sino que finalizado el capítulo, los capítulos, deja en el espectador un poso de desasosiego inquietante.



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