Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



miércoles, 14 de marzo de 2018

Hasta siempre, abuela.

Quiso ella perdurar más que el recuerdo, cuando desde hacía mucho tiempo era una ausencia entre recuerdos. Con todo, nos unió a su persistencia, y ahora más nos vincula en su recuerdo. Hasta siempre, abuela.


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