Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



domingo, 22 de julio de 2018

"La Muralla"

La muralla. Muralla de Ronda con sus permanentes puertas abiertas, la regia y la sepulcral, las de una química del aire o de quimeras. El recogido coto preñado de las luces que anuncian en la noche la aurora. Quizá por esta o por "Otras inquisiciones", maestro Borges, curiosamente hace bien poco, unas horas, te acompañaba por unas de tus causales letras que contradecían la casualidad del momento y en estos otros momentos por la memoria o en mi intento de circunscribir mi inquietud tal vez sorprendida, veo la muralla que tú jamás viste pero que la sugeriste en "el espacio y el incendio en el tiempo"; acaso en la barrera mágica destinada a detener la muerte, o a proteger la vida perenne en la belleza. Ahora también me ha afrontado su desafío, o su sobria sentencia, o solo por su admiración por cuánto hay en mí de su esencia. La muralla tenaz que en mí sí, Borges, proyecta sobre estas soñadas tierras para el poeta, para todos, su sistema de sombras. Pero yo también cerraré los ojos como tú para oír la asonancia de su mítica gesta, oír la música de los orígenes en su abrazo de siglos, agonías y sueños. "La música, los estados de felicidad, la mitología, las caras trabajadas por el tiempo, ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo, o algo dijeron que no hubiéramos debido perder, o están por decir algo; esta inminencia de una revelación, que no se produce, es, quizá, el hecho estético". Es quizá, más que por su defensa, por su aústero cometido ya perdido, la eterna apertura a la belleza. 



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