Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



domingo, 22 de julio de 2018

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "La Bruja" de Camilla Läckberg.


“El problema era que las respuestas simples rara vez eran las correctas”




Una lectura amena, relajada, policíaca, adecuada para estos días que aún se resisten en imponer todo su castigo, su infierno, su bochorno. Cojo la novela, la décima entrega de la saga “Los crímenes de Fjällbacka” de Camilla Läckberg, “La Bruja” (Maeva, 2018), y leo en su sinopsis: “Un nuevo hito, la novela más esperada y ambiciosa de Camilla Läckberg”, tal vez la aseveración, el gancho, ajustado a un marketing exagerado; sí la novela formal, en la línea exitosa de las mejores entregas del serial, entretenida. Sigo leyendo: “Fíjate bien”, me fijo. Continúo: “Nada es lo que parece”, por supuesto, acorde a la característica fundamental de la novela negra. Insiste, con intriga: “No te fíes del título, de la portada ni de la sinopsis”, no hago caso, bonita portada, y vuelvo a su sinopsis: “La desaparición de Linnea, una niña de cuatro años, de una granja en las afueras de Fjällbacka, despierta trágicos recuerdos. A través de tres líneas temporales, —el presente, un caso sin resolver de hace treinta años, y el relato del siglo XVII —, y cuatro tramas conectadas entre ellas, Camilla ha conseguido componer su novela más ambiciosa hasta la fecha y que si comienzas a leer no podrás parar hasta el final.” Termino y muestro mi conformidad con que “La última novela de Camilla Läckberg tampoco es lo que parece”, no, no lo es, no es lo que parece, pero también es lo que me esperaba. “Resuelve el enigma de La bruja.”, eso he hecho a lo largo de su lectura, y en este aspecto me ha ganado la conocida por reina del género negro nórdico. En definitiva, una buena opción y garantía para echar las horas atrás con una lectura absorbente y animada.


675 páginas, un libro largo al que su enredo de tramas y subtramas, de varias novelas en una, no lo hace pesado, no se pierde el hilo ni su interés, por su armadura perfectamente estructurada, ordenada y de desarrollo ágil, distribuido en cortos capítulos y con una narración en primera persona que realza su soltura y ritmo. Insisto en la habilidad de Läckberg por conectar cada una de sus tramas en un final vertiginoso y conseguido:


-          La clásica pareja de la saga formada por la escritora Erika Falck y por el policía Patrick Hedström, con sus cuitas familiares, profesionales, y ambos coincidentes en la investigación criminal.

-          El nudo principal con la desaparición de una niña en una granja de Fjällbacka
, concurrente con la desaparición treinta años atrás de otra niña que apareció asesinada. Dos adolescentes fueron acusadas entonces, las mismas y ya adultas que vuelven a coincidir en el caso actual, una vecina, Helen, y una actriz de éxito, Marie.

-          Las vidas privadas de los personajes secundarios, jóvenes y mayores, en torno a la investigación o entre la policía como Martin o Gösta.

-          Un grupo de refugiados sirios que trata de adaptarse a la vida sueca.

-          La historia de la bruja, Elin, transcurrida siglos atrás.


Y como es habitual en todas las novelas de Camilla Läckberg, un fondo de crítica social que aquí incide en temas como el bullying, el racismo, la agresión sexual, los detonantes de las matanzas colectivas tan frecuentes en los ambientes estudiantiles…


Una novela divertida.


“- Ellos saben que los odiamos. Ven todo el odio que ya han creado en nosotros, pero no pueden ayudarse a sí mismos, siguen vertiéndolo, siguen creando algo que no podrán controlar.”

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