Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



viernes, 3 de agosto de 2018

"Mi cumpleaños"






“¡Felicidades, Angus!”, acabo de decirme.

Es cierto que al salir a mi balcón, en la noche, zarandeado por el levante, ya no me acosaban los siguientes versos de Jorge Luís Borges, “El Hacedor”, los que me tendió hacía unos días con el recelo por la proximidad de mi cumpleaños: “Hay una línea de Verlaine que no volveré a recordar, / hay una calle próxima que está vedada a mis pasos, / hay un espejo que me ha visto por última vez, / hay una puerta que he cerrado hasta el fin del mundo. / Entre los libros de mi biblioteca (estoy viéndolos) / hay alguno que ya nunca abriré. / Este verano cumpliré cincuenta años; / la muerte me desgasta, incesante.” Quizá porque en estos momentos crucé todos los “Límites”, “las sombras, los sueños y las formas /que destejan y tejan esta vida”, volví todos los espejos. Desde mi balcón, donde en ocasiones observo la inmensidad del universo, me dije que no importaba el aniversario, ni su relevancia, ni las mitades de nada, de un ahora que era igual a ayer y tal vez mañana, del que solo cambiaba el guarismo y mi actitud. Entonces sentí cuantas cosas ya había perdido en mi existencia como para seguir consolándome con ser solo éstas antes que las obtenidas con esfuerzo, ilusión y quimera. Sacudí la cabeza. Miré mi calle arriba y abajo, mi Barrio, el cielo oscuro que no cesa, buscando al niño de 50 años que acababa de presentarse de una encrucijada abierta y esconderse al momento. Le sonreí y felicité el cumpleaños o cumplevida o el comienzo de su leyenda, la mía.

“Gracias”, me respondí.

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