Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



lunes, 1 de octubre de 2018

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "Los misterios de la gata Holmes" de Jirō Akagawa


“-La labor de un detective de policía no resulta nada glamuroso –se explicó Katayama-. Más de la mitad del trabajo consiste en patear la calle hasta que ya no sientes las piernas. Y para colmo, casi todos esos esfuerzos no sirven para nada”



No consigo descolgar la etiqueta de ingenuidad, y lo he intentado, aunque sea una simpleza amable, entretenida, también atractiva, dada la escabrosidad de su argumento, a esta novela o a este principio de una saga de novela negra que en el país del sol naciente, Japón, tuvo y tiene una enorme consideración y atracción. “Los misterios de la gata Holmes” (Quaterni, 2015) de Jirō Akagawa. Con todo, no es una novela negra al caso, aunque rezume un sabor clásico, sino una novela enigma, de las de puzle, en la tradición de Conan Doyle, Agatha Christie, Maurice Leblanc…, la que más por la dilucidación en sus últimas páginas de un misterio criminal, lo es por una de las versiones más interesantes de las historias o acertijos de habitación vacía o cerrada y en la que se comete un asesinato imposible. Además de esto, y ya lo dicho es mucho, la narración enhebra un humor desnudo que, aparte de un punto absurdo en determinados lugares, atrae por su desenfado y sencillez, perfectamente ordenada con una intriga fresca y sugestiva.

A modo de sinopsis editorial:

“El detective Katayama tiene dos importantes problemas que le impiden ser un policía de primera: por un lado siente pánico ante la sangre, solo con verla se desmaya. Por otro, es tan tímido que es incapaz de hablar con mujeres. A pesar de esto, deberá unirse a la investigación del asesinato de una universitaria y le será encomendada la vigilancia de una residencia femenina de la universidad. Su vida dará un giro inesperado cuando conoce a un catedrático que tiene una mascota a la que llama Holmes y que, para sorpresa del detective, no es una gata corriente. Esta es la primera entrega de una conocida serie de libros que provocó que los aficionados a las novelas de misterio aumentaran vertiginosamente en Japón. Una mezcla de comedia y misterio que se ha convertido en una obra emblemática para los lectores y que ha llevado a su personaje, la gata calicó Holmes a ser uno de los personajes más queridos y populares de la ficción nipona.”

El argumento se estructura en un doble misterio: Un asesino que mata a estudiantes universitarias que se prostituyen, y por otro un trapicheo de corrupción urbanística. Indudablemente, a medida que se avanza en el relato, ambos temas guardan estrecha relación en ese ambiente universitario. Es decir, a medida que su detective, Katayama, con la ayuda de una gata calicó llamada Holmes, despliegan la investigación, unas veces previsible, otras quizá excesivamente expeditiva, más en su última parte, llenas de sorpresas hasta la elucidación final del caso o enigma policíaco. Los personajes imprimen la seña de identidad de la novela.
Primero por el detective Yoshitaro Katayama de la Policia Metropolitana de Tokio, tan lejano, tan diferente al habitual protagonista atormentado o complejo o introvertido o solitario; un tímido detective de 29 años que huye de las mujeres, con vértigo, quien desfallece al ver la sangre, dormilón, apodado por sus compañeros como “princesita” …, alguien harto difícil de encuadrar en el perfil tradicional del policía o investigador bregado y sagaz. Pero después cuenta con la inestimable ayuda de un felino, de una gata tricolor (calicó) que, siquiera manteniendo un papel secundario, con su actitud y gestos determinan el curso correcto de la investigación. No obstante, con independencia de este toque extraordinario o fantástico en torno a la inteligencia e influencia del animal, el narrador no escatima recursos, siendo lo suficientemente honesto para dejar al alcance del lector todas las pistas necesarias para que resuelva el caso antes de la resolución final.

“–Lo tuyo no tiene remedio. Hace muchísimo tiempo que trabajo en la policía, pero jamás había oído que un detective se desmaye cada vez que ve sangre.
–La verdad es que me da muchísima vergüenza”.

Una narración de marcado acento visual, muy ágil, llena de diálogos y giros, de sucintas descripciones, dando prioridad a la trama, o a las tramas, con una intriga, con un humor, fresco, simple, y con todo en un ritmo absorbente, trepidante, manteniendo el interés hasta el punto final.

Una novela policíaca para pasar, por su escasa rigurosidad, la llamé al principio ingenuidad, un tiempo agradable.   

“Las novelas con detectives corrientes que pateaban la calle hasta la saciedad y de improviso se topaban con una pista no le agradaban. Seguramente porque se parecían demasiado a sí mismo”.



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