En la hora más sola, Tú allá y yo aquí, tan lejos y, si cierro los ojos para tocar el cielo, tan cercanos. Tú y yo, juntos por unos hilos de adentro, morado y negro, los que tejen vívidos recuerdos y sentimientos. Sueños en un océano de silencio. No importa que aquellos no puedan explicarse, este estremecimiento, no importa, pues sé de la confianza, de un inconsciente y humilde dejarme hacer entre las sombras, de la complicidad en tu paso de racheos, a que me llames, a que me lleves; bastante ya has contestado a mis incertidumbres racionales con otra luz, con otro sentido, a que me sorprendas, me conmuevas y te encuentre con sacudidas y algún misterio que se renueva ahora, en estas "madrugás" de primavera y poder. Espero verte el año que viene, si en verdad lo quieres. 
Aquí estoy...
Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.

 
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