Y en la "Noche en Blanco", rodó la noche más negra, la más oscura para hacer visible el roce titilo de las estrellas, de destellos que zigzagueantes braceaban en retinas sorprendidas y desprendidas del peso de grises rutinas; allí, allá, arriba, muy alto, guiñaban las farolas con su ociosidad discreta, refulgía la piedra con el sencillo barniz de las sonrisas que con afecto miraban afuera, ni la luna, desapercibida y detenida en su dorada curva aplatanada por la Virgen de la Cabeza, competía con su luz en la oscuridad profunda de un cielo que se hizo tierra. Y descollando, jamás tan cercana a esa altitud favorable, sincrética, el faro mudéjar de Santa María la Mayor, la cálida llama prendida por amaneceres y ocasos que esta noche ¿en blanco?, más solidificada, y porque helada heriría con su paradoja, se adivinaba, tan vívida y perpetua. La lumbre que guió e iluminó un errar humano ajeno al universo por este escenario rondeño salpicado de emociones, curiosidad y acaso algún acicate de trascendencia.
”NOCHE ¿EN BLANCO?"
© F. J. Calvente
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