Y así, mirándome, cercano, sincero, de frente o con la sutilidad de un sesgo aminorado, al espejo, la cámara, al viento, la escarcha, al invierno..., parpadeando unas palabras de Oscar Wilde, ensimismado en la propia revelación de la mirada, tal vez lánguida, tal vez delicada, de muy adentro afuera, que es la mía pero también es la de otro; una mirada con los ojos abiertos, de un mínimo escorada, honda. Ese pestañeo de letras, rociadas con recluido sollozo, de contento o pena, valen los dos para cuando lo sea, con una lluvia íntima, la esencia del sentido, de un significado, el humor de una parte de mi leyenda, yo, y junto con aquel, con el otro, que por fin se recompone, lo intenta, y conoce su providencia, o el horizonte allá, o solo el azar: "Los únicos con los que me interesaría estar es con los artistas y las personas que han sufrido: los que saben lo que es la belleza, y los que saben lo que es el dolor. Fuera de ellos, ya nadie me interesa". Anochece, pero todavía no es tarde.
"DE PROFUNDIS"
(C) F.J. Calvente.
inevitable apasionado escritor, solo los que sufren son artistas y aprecian la belleza...
ResponderEliminarNo sé si inevitable, no sé si una pauta, pero es una manera de apreciar la belleza
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