Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



sábado, 4 de enero de 2020

“PERDONEN EL ESCUPITAJO INADVERTIDO, CRÍPTICO E INEVITABLE”




Estoy tan repleto de esperas y dudas que las regalo sin ambicionar nada a cambio; inflado, a punto de una explosión que no adviene y con la que termine todo; agotado por los empeños, por los esfuerzos de confianza en la confianza, de aparentar ante muchos “mañana” que no son “ahora”; de convencerme o convencerlos, a esos, o a aquello, ellos o en aquello saben o no quieren saberlo, en ocasiones ni yo tampoco, ingenuo yo, solapados ellos en aquello, con silbidos de vacío y al vacío; y por tanto aliviarlos, a esos, por o en aquello, de unos “siempre” futuros, (que yacerán míos), y en absoluto de cuanto tenía que estar hecho, procedido, o en estos momentos, estos, no otros, realizándose. Inclinarme y cansarme de lo improbable, de lo infinitamente demorado, de lo que una vez fue, sucedió o acordó, insincero pues o a la sazón interesaba así, interesa aún, a todos, acaso por oscuro y prolongado, por lo egoísta y persistentemente atado. No. No quedan pétalos que arrancar a la flor, al capullo y por capullo seguro, no quizás, ni luego. Nada va a llegar, nada va a llegar de quienes y en aquello, cada vez más persuadido de ello, hoy están muertos y solo vivieron ayer, vivieron para mí o yo con esos, esos en aquello, en su arreglo y en una palabra ya desvaída y desde entonces, el tiempo, traicionada e inventada, interrumpida sine die, lenitiva acaso. Si no fuera porque me veo, otro asunto sería el reconocerse, en este primer selfi del año, creería que soy invisible. Un hombre invisible con memoria y que todavía puede fingir, consolarse, sonreír, … no sé hasta cuándo. Pronto.



“PERDONEN EL ESCUPITAJO INADVERTIDO, CRÍPTICO E INEVITABLE”

© F.J. Calvente.

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