Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



sábado, 19 de septiembre de 2020

"DONDE SEA LO QUE NO ES"

 


Del río en el abismo del tajo/ reflejando las desgarradoras luces de la altura (y de mí)/ y de todo esto para hacer solamente una cosa, Señor, de mí, del sentimiento.

 

(Rainer María Rilke)

 

 

 

No sé distinguir entre besos y raíces

No sé distinguir lo complicado de lo simple

Y ahora estás en mi lista

De promesas a olvidar

Todo arde si le aplicas la chispa adecuada.”

 

(Héroes del Silencio. “La chispa adecuada”)

 

 

 

Instantes en los que soy un transeúnte solitario, en una atmósfera cargada que respira agua, que exhala agua, en una ciudad quizás más soñada porque creo que es más verdadera en este silencio, en esta tranquilidad mítica como una esencia perfumada de incienso en primavera, recorriendo los estrechos callejones de su ciudadela en madrugada. Hoy, en este húmedo atardecer, más noche que día, más tapado que abierto, más volcado al otoño que a un persistente estío que regresará, no sé si soy más yo, o más o menos si yo soy el otro, o aquel entre los otros; pero siento que ahora, en mi andar solitario por la Alameda del Tajo, no estoy, no hay nadie más que yo. Solo es un vagabundeo desapasionado. No existe, no acontece nada de esperado o inesperado en estos pasos sin rumbo, con tiempo determinado, de acuerdo, mas sin ningún condicionamiento o anhelo; es decir, por cuanto medie en un deseo u obligación, por caso, a la de meditar, no quiero meditar, ni a desahogarme, no preciso en estos momentos desahogarme … Nada de nada ni de nadie, ni de soñar, soñar que sueño y vivo por un sueño. Acaso esto tocará a otras letras, a otros tránsitos conscientes y afectos y demasiado en suponer de literarios.

 

Un camino conocido, aunque por su voluntad desconocido. No hay nada más detrás, más a cuanto es un paso y luego otro, y otro, y otro…, en una cadencia del mismo arbitraria o dispuesta por el simpar contexto. Tampoco, como pueda entenderse en estas letras, por este relato, un caminar a la búsqueda de inspiración. No. Un itinerario que comienzo por este pasillo secundario al paseo central, el más hermoso del mundo, de la Alameda del Tajo. Es cierto que, al adentrarme en el rastro de adoquines centrales de este sendero, bañados por la primera luz de las farolas, por un matiz dorado de soledad y declive, y valgan los versos iniciales para refrendarlo, pensé o intuí la huella, siempre presente, volátil, fija, integrada, del poeta Rilke. Solo un reconocimiento, un remusgo espiritual de su presencia eterna en este lugar imprevisto pero elegido, privilegiado, y de ningún modo para mí influyente o como guía a la búsqueda de una inspiración que ni mendigaba ni jamás me veré electo para algo tan excelso, como “Las elegías de Duino”, o su VI elegía en concreto, y porque fue aquí donde se compuso junto a un puñado de cartas y alguna narrativa y otros poemas de La trilogía española. ¡Por favor!

 

Solo un pasear tranquilo separado del mundo, vale del que en absoluto enajenado por cuanto vibra o atento de soslayo apercibo más allá de sus límites, en sus lados ocultos que también son los míos. “Tú recibes tu gloria de todo lo sublime; / nosotros nos tratamos con lo ínfimo…” No busco a Rilke ni a ningún otro en los que yo me incluyo, a mí mismo y a los otros. No busco estas letras siquiera, ni magias, sortilegios, arcanos primigenios o esquivar un miedo atávico. Solo concibo un llano deambular por una senda que por la sutilidad a la que la hora lo confiere, parece abrirse en uno de baldosas amarillas que conecta a mi simple caminar, no con las diferentes regiones de la Tierra de Oz, con el precipicio, el Tajo, no con la Ciudad Esmeralda porque ya estoy e invariablemente estaré en la Ciudad Soñada. “… si tú no vienes, / serpentea mi camino hacia el fin. / Sólo te anhelo a ti…” Reconozco cierta influencia en mi estado por unas resonancias de la mañana. A mi primo Paco (Francisco Ruiz Calvente) culpo y al mismo tiempo redimo con agradecimiento. En primer lugar, en su establecimiento donde siempre encuentras lo que deseas encontrar, incluso más, aunque no estés indemne al precio de cualquiera e insospechada filosofía, por traerme, o con su órdago identitario, a Bukowski; ¡Ah! esos versos… “Nací para robar rosas de las avenidas de la muerte…” Y, en segundo lugar, por el 25º aniversario de la publicación del álbum Avalancha del grupo musical “Héroes del Silencio”, al que pertenece la estrofa de arriba, y esta otra de la canción homónima: “La locura nunca tuvo maestro/ Para los que vamos a bogar sin rumbo perpetuo/ La muerte será un adorno que/ Pondré al regalo de mi vida/ La luna ejerce extraños influjos/ Que se contradicen y no hay quien descifre.

 

Solo soy un transeúnte solitario que no espera nada, que no espera la luz de un faro, ni “luz que vive en la tormenta, (como Francisca Ben-mizzián Palma versificó en “Relampaguea y rima”), ni de un candil, bombilla o llama, ninguna; ni luz de cultura, del arte, música, pintura o de la literatura, de sus obras y autores, ni en esto a Rilke o a otros que escribieron o escriben la leyenda de Ronda. “Lo nuestro es no saber la salida/ de este ámbito interior equivocado/ pero tú surges sobre nuestros límites/ e irradias luz como una gran montaña.” O tal vez de querer, de esperar a algo o a alguien, sería un espejo donde Alejandra Pizarnik trazaría en el vaho de un espacio sin tiempo o un tiempo sin espacio, donde solo existe o acontece un paso y luego otro, y otro, y otro…,  míos, por supuesto, en lo que por ventura será la escritura de un poema, y porque únicamente necesito de un lugar en donde sea lo que no es.

 

 

 “Donde sea lo que no es”

 

© F.J. Calvente

No hay comentarios:

Publicar un comentario