Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



viernes, 23 de octubre de 2020

"ANGOSTURA PENETRADA"

 


Estrechez callejera, aquí o ahí, simbólica de La Ciudad en la ciudad ancestral, adentro, allá y tan cerca, Ronda acerca su ayer a este ahora, en el casco urbano antiguo, o conjunto histórico, o monumental, en un instante atemporal, peculiar, único, hoy y ojalá mañana, bello, que hace levantar la mirada, elevar los pies del suelo, parar, volar, vuela, vuela, vuela, …, detener, anticipar los pasos a lo horizontal y vertical, la carga, los pesos ante los ruedos y requiebros, respirar, exhalar, a sublimar su soledad y silencio, en un andar solitario, a lo mejor íntimo, o en el grito de sus ecos, zureos y campaneos, murmuraciones o cascos de carruajes en el pavimento hueco, de abierta y amplia autenticidad a pesar de esa herida, esa, la mordida longitudinal y anacrónica en la fachada de cal, en la otra no, imposible, en la otra sería sacrilegio, para que pasen… ¿los coches?, absurda, los espejos de…, no, no, no, …, curiosa, la farola en la noche, la luz de espectros ciegos que guían con tus propios latidos, por la calle, por el laberinto descifrado, por el cielo hecho de piedras desbastadas, azules y de cenizas, por el viento atento, sombras enfáticas y clarores vírgenes, “Donde hay mucha luz, la sombra tiende a ser profunda”, Goethe, sí, sí, sí, …, lienzos nobles y sencillos, de hogares distinguidos y desapercibidos, cuidados o desidiosos, cuántos apólogos en sus grietas y desconchones, manchas biliosas y costurones, cuántos, nubes de llover, arriba, charcos de océanos extinguidos, abajo, hojas y agujas desprendidas, rociadas, un cuchicheo incierto de agua lustral, apremia la estrechura de miras, apura entre las curvas milenarias y parturientas de la cantería sagrada, con sus oscuras impresiones, frente a las rectas níveas, aunque deslustradas de lo también viejo, profano, pero más aproximado, mira, mira, mira, …, ventanas cerradas, desportilladas, hierros que lagrimean siglos, visillos murmuradores, raídos, avanza o recula, desliza o sobrevuela, va, va, va, …, un gato indolente en la penumbra de un balcón, un perro escamado al sol, y luego yo, o tú, o alguien que continúa, lo penetra, emocionado, da igual su historia, las ruinas, serás más tú con lo que sea, hagas lo que hagas, sientas, así, incluyéndose por unos límites angostos que trascienden de sí mismos, con escalofríos, en el pasadizo hacia todo y sus recodos de nada, de leyendas y pausas, épicas y clausuras, porque aquí, poeta, Pessoa, ahí o allá, se hace evidente el camino hecho desde un lugar del que nadie parte hasta un lugar al que nadie va, la callejuela que ilumina, inspira, y, sobre todo, oprime el corazón.

 

 “ANGOSTURA PENETRADA”

© F.J. CALVENTE.

 

#Ronda #LaCiudad #CalleEstrecha #CiudadSoñada

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