Y digo yo:
Acabo de comprobar cómo en los tristes mentales, proliferan últimamente al igual que estas numerosas alúas al sol y en las calles, «una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad», rendidos al fascista Göbbels y a un entendimiento "político", o mejor fe, alienante, reduccionista y excluyente; y más si con ello nutren la negrura insaciable de sus miedos e inseguridades, unas limitaciones que solo ellos hacen evidentes y grandes. Y así rechazan, con violencia, con desprecio, la luz del diálogo, un saludable e inteligente contrastar opiniones o si se prefiere de subjetividades, desde la moderación y el respeto, la honestidad y sinceridad, desde la amistad y confianza o las que una vez llegaron a ser o yo tan equivocado estaba. Imponiéndose con ese ruido de vísceras, y, como el rencor, provocándolos, además de haciéndolos más calvos y no por algún esfuerzo intelectual, en sordos tabernarios y groseros. Venga la cerveza y ¡Viva España! Y yo, en estos momentos, tan a gusto y riendo; también esperando, por qué no, a que hoy, en vez de un cambio de hora, para esos debería acontecer un cambio de ahora.
Disculpen si no me levanto.
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