“Escuchar
detenidamente te hace especial, pues casi nadie lo hace”.
Aunque yo no lo dije,
lo hizo Ernest Hemingway, así me siento o así he sido y espero que, por mucho
tiempo, lo sea siempre. Este saber escuchar, este saber callar para entender primero
a mí mismo y luego a lo otro, a lo ajeno, me han hecho un privilegiado, un ser dotado
con la suerte, de sonrisa limpia y mirada clara, o probablemente por experimentado
tras algunos saltos al vacío y deleites, de lograr oír e interpretar el
silencio, o solo cuando este se hace más locuaz y confidente, más tendido a uno
o anuente; incluso a entrever los otros desiertos blancos, y planos, a los agujeros
o criptas que se intentan llenar de palabras innecesarias, torrenciales, ruidos,
sin advertir el sumidero por el que se desocupan a la nada, como el caño del
patio en los días incrédulos de lluvia, la lluvia que es pasado, memoria y
aguardo.
El patio.
Hoy me he asomado a mi
patio. O quizás me he encontrado al mirarme y a aquel mirándome, en esa mágica
coincidencia o reciprocidad de la realidad, del desdoblamiento insinuado por
unas líneas y estimulado por la frescura y nostalgia ante la pesadez del diario,
o de abrirse un resquicio de lo que está tras la existencia, tras la presencia,
aferrarse y mirar no con los ojos, o con los ojos que indagan adentro. Y allá, en
la hondura personal, como en uno de esos espejos mágicos, leer en el azogue de
afuera, a oír su testimonio o revelación, o a solo alcanzar la sencillez de
todo, en la de los otros mimbres ocultos que entretejen los días. El patio es
esa mirada adentro o intrínseca, íntima, hogareña, donde consigues percibir y auscultar
y en ciertos instantes conocer el silencio, como si fuera una armonía, la
métrica de unos versos, que rezuman de dentro a fuera por todas las células. Un
espacio intestino, casero, medular, en el que es accesible y necesario aprender
a escuchar detenidamente. Y esto, en ocasiones, atender en silencio o al silencio,
me hace especial, porque ojalá todos lo hicieran.
“UN MIRAR AL PATIO EN SILENCIO”
F.J. Calvente ©
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