Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



martes, 19 de octubre de 2021

"LASTIMADO"

 


La habitación estaba en penumbra. En silencio. Entornó un poco las hojas de la ventana. Un rumor crepuscular reptaba de fuera, intentando envolverlo en la detención fresca de una melancolía de otoño. Miró, quiso sonreír, para armarse de un valor para el que se había estado preparando desde años, pero no pudo. No le importó, ya habría tiempo de abrir la llama de su interior, el intento. Se sentó en la cama, que gritó en una luxación de orfandad, pretexto de un hueco de siglos. Las manos apoyadas en sus rodillas se estremecieron, o se crisparon, daban la sensación de someter el impulso de coger el reflejo de su cabeza en los cristales que lloraban un velo discreto. Se sintió ridículo con aquel sombrero que había encontrado enganchado a un clavo junto a la puerta, todavía exhalaba una frialdad de muerto. Un complemento para la máscara de otro. Por fin había vuelto, cuando jamás se había ido. Y se dijo, como declamaron legiones de seres rotos desde que el poeta inglés, John Dryden, arregló las letras en torno a una voluntad tantas veces miserable y olvidada: "Estoy un poco lastimado pero no estoy muerto. Me recostaré para sangrar un rato. Luego me levantaré a pelear de nuevo."


"LASTIMADO"

F.J. Calvente.

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