Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



martes, 30 de noviembre de 2021

"PESSOA"



 Fría la mañana que aguijonea con esquirlas de desasosiego, «nulo en el fondo de toda la expresión, como un polvo indisoluble en el fondo del vaso donde se ha bebido agua.» Desasosiego, en un pronóstico de la herida melancólica por la vecina Navidad, de acuerdo, aunque tampoco sea casual que hoy el Poeta, en mayúscula, Fernando Pessoa, añada un número más en el aniversario de su muerte, y cuando ya nada importa más que un sentido, o los sentidos, al universo de sus versos.


Y en estas efemérides casi invernales, me miro en el espejo de uno de sus heterónimos, Álvaro de Campos, para sincerarme y asimismo acordarme del Poeta:


"Estoy cansado, está claro,

porque a estas alturas uno tiene que estar cansado.

De qué estoy cansado, no lo sé.

De nada me serviría saberlo,

porque el cansancio sería el mismo.

La herida duele porque duele

y no en función de la causa que la produjo.

Sí, estoy cansado,

y un poco sonriente

de que el cansancio sea sólo esto:

ganas de dormir en el cuerpo,

un deseo de no pensar en el alma,

y por encima de todo una tranquilidad lúcida

del entendimiento retrospectivo...


¿Y cambia la lujuria al no tener esperanzas?


Soy inteligente: eso es todo.


He visto mucho y entendido mucho lo que he visto,

y hay un cierto placer hasta en el cansancio que esto me da,

pues al final la cabeza sirve para algo."


Fernando Pessoa (13/6/1988-30/11/1935. Lisboa.)

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