Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



viernes, 17 de diciembre de 2021

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "El último barco" de Domingo Villar.

 

“Puedo convivir con el miedo a morirme, pero no quiero tener también miedo a vivir.”




 

Me encanta la narrativa “negra” de Domingo Villar. Después de "Ojos del agua" y "La playa de los ahogados", “El último barco” (Siruela, 2019), eleva aún más la habilidad del autor en trazar una trama policíaca de altura. Quizás esta satisfacción se deba a que Villar se aleja de los estereotipos, ya manidos aunque no por ello ingratos, del género: la truculencia de los crímenes, despiadados asesinos en serie, la acción vertiginosa, el argumento enrevesado, el investigador atormentado y desarraigado… La sencillez y normalidad, el ritmo pausado, sin mayores recursos ni artificios, caracterizan, sobre todo en unos muy buenos diálogos, a la perfilación de sus personajes, primero con su inspector Leo Caldas y esa manera muy gallega de ser, melancólica y recogida, pasando por su intempestivo ayudante Estévez, y hacia otros personajes como Napoleón el vagabundo, el joven autista Camilo Cruz, el altivo padre de la mujer desaparecida, el fotógrafo y naturalista inglés, un viejo pescador amante de los jilgueros, los profesores de la escuela de artes y oficios, el comisario, el locutor fanfarrón, el padre del inspector… Asimismo, esta elegante cadencia expresiva se derrama en una cuidada descripción del lugar, de las dos orillas de la ría de Vigo, de la Escuela de Artes y Oficios… “-Galicia no es tan distinto de Inglaterra. El sentido del humor es parecido. Allí tampoco decimos las cosas abiertamente, las dejamos bailando el borde de la mesa para que se caigan solas, como aquí.” Una novela muy bien escrita y construida, con meticulosidad y limpieza, sostenida en un orden y serenidad que asimismo la hacen interesante y porque crea y atrapa al lector en una especie de campo magnético del que cuesta y no se quiere salir.

 

“Luego cerro los ojos y se concentró en disfrutar de aquel aire que le impregnaba la piel, como si sudara cada trecho de mar que atravesaban.”

 

Sinopsis editorial:

 

“Un nuevo caso para el inspector Leo Caldas. La hija del doctor Andrade vive en una casa pintada de azul, en un lugar donde las playas de olas mansas contrastan con el bullicio de la otra orilla. Allí las mariscadoras rastrillan la arena, los marineros lanzan sus aparejos al agua y quienes van a trabajar a la ciudad esperan en el muelle la llegada del barco que cruza cada media hora la ría de Vigo.

 

Una mañana de otoño, mientras la costa gallega se recupera de los estragos de un temporal, el inspector Caldas recibe la visita de un hombre alarmado por la ausencia de su hija, que no se presentó a una comida familiar el fin de semana ni acudió el lunes a impartir su clase de cerámica en la Escuela de Artes y Oficios.

 

Y aunque nada parezca haber alterado la casa ni la vida de Mónica Andrade, Leo Caldas pronto comprobará que, en la vida como en el mar, la más apacible de las superficies puede ocultar un fondo oscuro de devastadoras corrientes.”

 

“A cierta edad es mejor no profundizar en quién se queda y quién se va. Por no perder la moral, sobre todo.”

 

Una novela ideal para estas vacaciones.

 

“Porque la soledad absoluta es horrorosa, pero la soledad en medio de mucha gente es, además, degradante.”

 

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