Basta con un suave toque de la mano, deslizarla como una caricia, rociada, delicada... La pulida fricción para enjugar el vaho de los días, el aliento frío y arraigado en un azogue difuso de rutina. Para de esta manera descubrir el rostro verdadero, o el olvidado en trasiegos ajenos, amoldado siempre al de los otros; reconocerlo en la niebla con su caótica dispersión de cenizas, como pavesas de lágrimas en el cristal, de unos sueños prendidos y ya lejanos a cambio de un señuelo de acomodo y seguridad. Basta con un suave toque de la mano...; pero es tan difícil, tan complicado.
"Basta con..."
F.J. Calvente.
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