“-¿Qué
quieres de mí?
-No
es lo que yo quiera de ti, Conor O´Malley. –El monstruo pegó la cara a la
ventana-. Es lo que tú quieres de mí.
-Yo
no quiero nada de ti –replicó Conor.
-Todavía
no –dijo el monstruo-. Pero ya lo querrás”
(Importante: Procuraré
que esta reseña no contenga spoilers)
Cerca estoy de sucumbir y
disfrutar, como ya lo han hecho miles de espectadores, del último metraje de
Juan Antonio Bayona tras “El orfanato” y “Lo imposible”, un prodigio técnico y encantador
aseguran, también de lágrima fácil; si bien antes, mientras exista un libro en el
cual se base esta u otra película, fiel a mí mismo o a mi manera de dejarme
llevar por este aspecto, leeré la historia en primer lugar y luego, si tercia,
en este caso seguro, visionaré la versión cinematográfica. Y es esto lo que
acabo de hacer, leer “Un monstruo viene a verme” (Nube de Tinta, 2016) de
Patrick Ness, y partiendo de una idea original de Siobhan Dowd, flamante y
galardonada autora de novelas juveniles, quien falleció en 2007 dejando
inacabado este proyecto con sus personajes, guión y hasta el comienzo, para Ness
culminarlo con un relato maravilloso. Un relato del que podemos hacernos una
idea de su magia en lo dicho por la crítica y esbozado en la contra portada del
libro: “Excepcional... He aquí cómo debería ser siempre la narrativa:
desgarradora, lírica y trascendente… Valiente y hermoso, lleno de compasión, Un
monstruo viene a verme funde lo doloroso y lo intuitivo, lo simple y lo profundo.
El resultado tiembla de vida” … Pero, sobre todo, con las sensaciones, con las
emociones que deja en nosotros.
“No
penséis que no habéis vivido lo bastante como para no tener una historia que
contar”
“Merecedora de numerosos
premios y distinciones, Un monstruo viene a verme es la novela más aclamada de
Patrick Ness. Una historia emocionante y extraordinaria sobre un niño, su madre
enferma y el monstruo que viene a visitarle.
Siete minutos después de
la medianoche, Conor despierta y se encuentra un monstruo en la ventana. Pero
no es el monstruo que él esperaba, el de la pesadilla que tiene casi todas las
noches desde que su madre empezó el arduo e incansable tratamiento. No, este
monstruo es algo diferente, antiguo... Y quiere lo más peligroso de todo: la
verdad.
Maliciosa, divertida y conmovedora,
Un monstruo viene a verme nos habla de nuestra dificultad para aceptar la
pérdida y de los lazos frágiles pero extraordinariamente poderosos que nos unen
a la vida.”
“Conor
ya no era invisible. Ahora todos lo veían. Pero estaba más lejos…”
Aunque pareciera, no es
una historia juvenil, o solo para jóvenes; ni una historia de terror o de
cuento de hadas; ni exclusivamente fantástica. Quizás lo sea todo y más, una
perfecta mezcolanza de fantasía y realidad, de dolor y esperanza, hilvanada de
manera magistral por Patrick Ness, haciéndola profunda, ágil, sentida, sencilla
y sentimental, muy sutil, con la simplicidad de una complejidad abrumadora; y
es que no está al alcance de muchos, o justamente en el de unos pocos, para en
tan solo 200 páginas tratar, con solvencia, de temas complicados como el miedo
a la muerte, la madurez ante la enfermedad, etc, permitiendo a su vez que sea el
lector quien experimente y desarrolle lo apenas insinuado por el autor. Espléndido.
“-Tu
vida no la escribes con palabras –dijo el monstruo-. La escribes con acciones.
Lo que piensas no es importante. Lo único importante es lo que haces.”
Maravilla narrativa que modela
Ness a través de sus personajes, muy pocos, y entre los que emergen como únicos
a dos: el niño Conor, cargado de una madurez insólita y de no ser por las desdichadas
circunstancias que lo hacen ser así, un hombrecito distante, receloso, apocado…,
no hay nada comparable a la pérdida humana o el desasosiego de la espera; y el
monstruo arbóreo, o el tejo animado de una fábula mágica que no tiene por qué
tener un final feliz para resultar brillante.
Monstruo, o arquetipo mítico, desde
el que se agradece la voluntad del autor de romper con la ambigüedad del relato
imaginario, del maniqueísmo entre hadas-buenas y brujas-malas, para ganar, si
la buscamos, la confianza de encontrar, por caso, una luz hasta en la más
impenetrable oscuridad. “No siempre hay
un bueno. Ni siquiera un malo. Casi todo el mundo está en algún punto
intermedio”. Una curiosidad, y poco más diré, como si se tratase de un
remedo de psicoanálisis al admitir que aquella, la oscuridad, no es que esté
ahí fuera, sino en el interior de todos nosotros. No
hay peor demonio que el que uno mismo crea.
“Tienes
peores cosas que temer”
He sentido mucho con “Un
monstruo viene a verme”, porque este me ha hecho evocar y resucitar recuerdos propios
con toda su carga inolvidable de conmociones. La enfermedad de los seres más
queridos. La muerte. El egoísmo o ignorancia con la que nos envolvemos para
evitar el desgarro, el dolor, la verdad. La exigencia de sobreponer la acción
al consuelo. De no tratar de engañarnos por ahorrarnos un duro lance, de lo que
es irremisible. De enfrentar los problemas como única posibilidad de avanzar, para
seguir viviendo. Iniciar un nuevo paso conlleva en ocasiones asumir y perdonar
los pasos erróneos de atrás.
“A
veces la gente, necesita mentirse a sí misma más que ninguna cosa”
Un libro fascinante,
sobrecogedor, que a todos emocionará, con el que todos disfrutarán por su
habilidad de hacer sonreír y llorar y arrancar intensas impresiones. Narración
que llega dentro y hace despertar algo extraordinario. Interesante. Conmovedora.
Honesta.
“-Hijo
–dijo su padre inclinándose hacia delante-. Las historias no tienen siempre un
final feliz.Eso lo desconcertó. Porque era verdad, no siempre acababan bien. El
monstruo se lo había enseñado. Las historias eran criaturas salvajes, muy
salvajes, y salían disparadas en la dirección que menos esperabas.”
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