“Sólo que, de tanto en tanto, una chispa de
rebeldía, de inconformidad, aparece para estropear un camino de rutinas hacia
la nada”
Tras la lectura de “Retrato de familia con muerta” (Diario Público,
2011. Colección Novela Negra) de Raúl Argemí, me hice y os hago las mismas dos
preguntas de cuando terminé “Las viudas de los jueves” de la también argentina Claudia
Piñeiro (http://fjcalv.blogspot.com.es/2016/09/libros-que-voy-leyendo-las-viudas-de.html):
¿Afectan las crisis económicas a los más
pudientes? ¿De pertenecer a una clase alta o excusada de la sociedad, qué estarías
dispuesto/a hacer para mantener tu nivel de vida, el privilegiado estatus
amenazado por la crisis o por cuanto suponga un revés a peor o inferior? Y es
que esta última novela me ha recordado bastante a la otra, en la sutil y fiera
crítica de las clases altas burguesas argentinas, encerradas en urbanizaciones
de lujo, “countrys”, bunkers ajenos a la ley, a las normas de convivencia, por
encima del bien y del mal, en las que suceden perturbadoras historias de amor,
de poder o de melancolías de mandos, de locura y… de muerte. Muertes, crímenes
que suelen pasar indemnes, ocultos tras burdos accidentes domésticos, con la
anuencia de policía, políticos y jueces… el “establishment” de una sociedad
todavía marcada por el cuño corrupto y privilegiado de dictaduras como la de
Videla.
“Porque la suma de las partes -y nunca mejor
dicho- no hacen a la persona. La persona se fue, y lo que queda es un
amontonamiento de carne y vísceras que facilitan un recuento, pero no un
rescate. Me entristece saber que somos nada más que ese montón de fragmentos
sin sentido. Me gustaría creer en el alma, en algún dios, pero ya no puedo
creer en nada”
“El asesinato sin resolver de una mujer de la alta sociedad
argentina persigue a Juan Manuel Galván, juez en activo. La violencia con que
es asesinada y la falta de un móvil claro lo mantienen en vilo. Tanto que su
curiosidad profesional para que los culpables sean descubiertos y castigados
deviene en una peligrosa obsesión. En torno a la muerta y su asesinato va
tejiéndose una red que, lejos de aclarar los hechos, la complica todavía más.
Su familia, sus amistades, la Fundación para la ayuda a los niños necesitados
que preside, todo lo que la rodeaba se convierte en una inmensa trampa que la
lleva a esa muerte indigna y patética.
Raúl Argemí consigue con Retrato de familia con muerta descubrimos
las miserias de las clases bienestantes argentinas, la podredumbre que rodea
los "countrys" o urbanizaciones cerradas, fuertemente protegidas, que
son un campo sembrado para criminales de guante blanco, "inocentes"
que no dudan en matar para preservar su estatus. A través de los ojos de un
juez que ha perdido la fe en su oficio y en la capacidad de las instituciones
para proteger a las verdaderas víctimas nos sumergimos en una sociedad
carcomida por la corrupción.
Esta novela ha sido merecedora del II Premio Internacional de Novela
Negra L'H Confidencial.”
“Ritter tenía razón, porque el escritor
italiano (Pirandello) decía que somos la suma de las miradas de quienes nos
ven. Y yo necesitaba sumar los ojos que convergían sobre la muerta, para saber
quién era”
Aunque son varias las similitudes entre la novela de Claudia Piñeiro
(2005) y la de Raúl Argemí (2008), en cuanto a estilismos y argumento, esta
sobresale por una trama estructurada en un hábil “collage” (informes policiales
y judiciales, recortes de prensa, pensamientos, miedos, declaraciones de
testigos, historias superpuestas…) y por la inclusión de pinceladas de un
realismo mágico, distintivo de cierta literatura argentina, experimental, y del
que, tal vez no del gusto de algunos, a mi juicio hace más atractiva la narración.
Atractiva, asimismo, por la definición de sus personajes, en sus
contradicciones y singularidades, comenzando con la muerta y de la que
desconocemos hasta su nombre, no importa, de los componentes de la familia, los
“inocentes”, el arquetipo de la clase
corrupta con sus oscuros negocios que se remontan a la dictadura militar y aún
perviven en la democracia, la coral griega y fantasmal de las amigas de la
asesinada; y en especial de Juan Manuel Galván, el juez argentino extrañamente,
obsesivamente comprometido por esa muerte que no le importa, que no le
concierne, y sin embargo…; para ello cuenta con la ayuda de otro protagonista único,
Ritter, alguien capaz de introducirse en el mundo de las cloacas de esta
sociedad podrida.
“Soy juez, y sé, por mi experiencia de cada
día, cuáles son los crímenes más difíciles de poner en descubierto: los
crímenes de los “inocentes”
Atractiva, más, la novela por esa particularidad, tan imposible, tan
incómoda, de cómo puedan ser declarados inocentes los que a todas luces eran
culpables de asesinato, y no es casual el título del libro, una familia
implicada, o de cómo puede haber pasado y de dejar zanjado un crimen como un desafortunado
accidente doméstico y cuando la víctima tenía marcas metálicas en el rostro
producidas por puñetazos con un anillo, agujeros tapados con pegamento en la
cabeza para ocultar cinco balas… tantas y sólidas pruebas para ningún culpable.
Increíble.
“Me gusta la palabra “cretino”, señala tanto
al idiota congénito como al hijo de puta que actúa con un desconocimiento tal
de las normas de la decencia que parece ignorarlas de nacimiento”
Tan increíble porque Raúl Argemí, de una manera sencilla, valiente,
a través de un relato ágil y conciso, parte de un caso real sucedido en uno de
esos countrys privados en 2002, el despiadado asesinato de una mujer, con su
correspondiente documentación oficial y oficiosa, para construir este formidable
collage de voces de intriga policíaca, con pericia para hilvanar varios
registros literarios (experimental, periodístico, negro…), en una historia
narrada en primera persona, bien por el juez o por su amigo de la infancia,
Ritter, o inclusive de ese teatro del coro griego de las amigas de la víctima.
“Sólo hay dos clases de personas que violan
las reglas de lo permitido. Los que hacen de eso un modo de vida y los circunstanciales…
Los primeros miden cada paso porque el castigo es inexorable, y a la medida de
los hechos. Los delincuentes habituales … Los segundos están dispuestos a
saltarse hasta la última barrera si es necesario, porque sienten que lo que les
sucede es injusto ,….”
Una novela estupenda y recomendable.
“¿Qué dios cree ser cuando dibuja el alma de
los muertos?”
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