No era el momento para alcanzar el
misterio absoluto de la vida. No era el momento ni el lugar, o precisamente en
ese lugar. No era el momento para la muerte. No era el momento porque aún
tenían que dar más sentido a sus vidas y a la de los demás, antes del regreso a
la fuente original. Hoy la muerte prevalece y nos sacude, y con ella regresa el
miedo, el miedo a la vida sin significados. Nos queda la memoria.
Amigos, hermanos, con dolor, sí,
pero vuestra luz sigue viva en nosotros.
D.E.P.
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