"Uno debería tener siempre algo de lo
que huir, para cultivar esa maravillosa posibilidad. De hecho, siempre hay algo
de lo que huir. Aunque sólo sea de uno mismo"
"Ni de Eva ni de Adán" (Anagrama, 2010) es la decimosexta
novela, una de su ciclo autobiográfico, de la autora belga Amélie Nothomb.
Escritora de la que no voy a ahorrar esfuerzos en declarar mi admiración, no ya
por su prolija creatividad sino por su prosa singular, osada y expresiva. De
hecho, Nothomb tiene esa sorprendente virtud, esa fértil imaginación para
construir un relato extenso e interesante de cualquier asunto trivial que por
razones ignotas haya motivado su inspiración o interés; y al que arrastra al
lector más que por su argumento, por la forma de narrarlo, por su filosofía de
la realidad y de la capacidad de reírse hasta de lo grave y absoluto. Por esto
me gusta esta escritora, por eso me gustan sus adictivos relatos. En este:
"Amélie Nothomb se sube en Tokio a la montaña rusa de una
hilarante educación sentimental en brazos del muy delgado y muy oriental Rinri,
un ávido lector que sueña con entrar en la orden del Temple. Amélie, decidida a
aprender japonés enseñando francés a los autóctonos, conoce a Rinri en un bar.
Pero, pocos días después, la relación entre maestra y alumno dará paso a una
hermosa historia de amor. Distintos episodios nos sitúan, una vez más, ante una
rica y peculiar visión de Japón, la de alguien nacido allí pero cuyos orígenes
son occidentales, y donde la percepción de la alteridad cobra los más
variopintos matices. Nothomb analiza sus experiencias desde una perspectiva
casi antropológica, nunca exenta de ironía. La diversión está asegurada, pero
también la ternura e incluso la melancolía…, porque cuando Nothomb escribe en
primera persona fascina, divierte, hace pensar y hace reír. «Los lectores de
Amélie no se quejarán ante tan espléndida cosecha Nothomb» (Marianne Payot,
L’Express)."
"La sangre me cosquilleaba de placer:
en el fondo, hay un lado voluptuoso en lo que nos martirizada..."
"... ¿Por qué era necesario que el
placer siempre se pagara? ¿Y por qué el precio de la voluptuosidad era,
inevitablemente, la pérdida de la levedad original"
La novela es una historia de amor entre Amélie y un joven japonés,
pero del mismo modo no lo es; o tal vez la excusa de una historia de amor con
la que emerger o declarar su otra y trascendente historia de amor con Japón,
país en el que nació y vivió hasta los 5 años para regresar con veinti…pocos.
"Uno no se enamora de aquellos a los
que no soporta, de aquellos que representan un peligro insostenible"
Una historia de amor, las dos o una conteniendo a la otra,
justificándose una en la otra, construida desde la plácida contradicción de un
choque de diversidad, de perplejidad por
las enormes diferencias entre los usos y costumbres de las dos culturas,
occidental y oriental; en cuya comprensión, la asimilación de lo común a todos
los pueblos, no duda la escritora de
echar mano, en primera persona, de divertidas escenas relatadas con desparpajo,
con ese cinismo e ironía de desaliño magistral, imbricadas con otro desarrollo
más profundo, emotivo y enternecedor.
"- Les gusta ver a personas diferentes
y, al mismo tiempo, sentirse seguros junto a sus semejantes.
- ¿Y esa necesidad de fotografiarlo todo?
- No lo sé. Me pone nervioso, y más aún
sabiendo que todos hacen las mismas fotografías. Quizás sea para demostrase a sí mismos que no
lo han soñado"
Me ha encantado la habilidad de la escritora de incentivar una
curiosidad llena de fascinación y detención por el costumbrismo nipón (la
escena del almuerzo de presentación por parte de Rinri de Amélie a sus amigos
es de una sutil y divertida extrañeza, o de la hilarante animadversión de los
familiares del oriental hacia la novia occidental). Y además de las alusiones
literarias, Duras, Stendhal, Mishima...,
que dejan ver a la gran lectora, Amélie Nothomb cautiva con los, llamémosle
así, hermosos accidentes turísticos (La visita a Hiroshima,
con lectura incluida de “Hiroshima mon
amour" de Marguerite Duras", la ascensión y amanecer en el monte
Fuji, en un viaje personal, mágico e iniciático...) narrados con ese estilo tan
personal, tan minimalista y ajeno a los tópicos, hilvanado de ágiles metáforas,
burlas y sucesos graciosos, junto con concisas y a su vez profundas reflexiones
de corte general y, en especial, a destacar las íntimas de la autora belga; y
de entre las que, como magistral ejemplo, no voy a aludir, ni revelar, sí en
llamar su atención, del formidable final de la novela. Sin duda otra característica
y capacidad fundamental de la narrativa de la autora: sus finales memorables.
"... la promiscuidad de la vida de
Tokio generaba fantasías eremíticas para las que la altitud constituía la mejor
válvula de escape"
Una novela breve, amena, divertida, con sarcasmo y precisa ironía a
discreción, más tierna que ácida, reflexiva, adictiva y atractiva... En
resumidas cuentas, una novela de Amélie Nothomb, otra, para disfrutar y
recomendar.
"Decirle a alguien que se ha terminado
es feo y falso. Nunca se termina. Incluso cuando ya no piensas en alguien,
¿cómo dudar de su presencia dentro de ti? Un ser que ha contado para ti siempre
cuenta"
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