Espero.
En el coche.
A medio día.
Sol. Frío. Un sol frío
Espejo.
Solo.
Soledad rota. No es amarga. Tampoco desarraigada. Ni adolorida.
Estoy a gusto. O acaso tranquilo.
Estoy solo y también estoy en el espejo.
Siento contradecirlo maestro, maestro Borges.
Una brazada de sol, sin embargo, veo que me amordaza.
Silencio.
No son necesarias las palabras.
Los soliloquios suelen ser mudos.
Algo más. En seguida...
Sonrío, aunque no hay reflejo de sonrisa, ni de ironía, en el azogue.
Me hace poderoso cierto mutismo elocuente.
De acuerdo, Malraux, muy oportuno:
"La verdad de un hombre reside, sobre todo, en lo que calla."
Ahora ya no estoy solo.
No hay nadie en el espejo.
Tengo que conducir. No sé dónde.
(C) F.J. Calvente.
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