Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



martes, 13 de febrero de 2018

Regreso a la mar.

La mar hoy, en el regreso a Torremolinos, el espejo donde miro mis tiempos con sus entramados emocionales, los misterios engarzados en lejanías que se acometen y siempre están igual de inaccesibles y extraviadas, ese horizonte en el azogue de mi alma enfrentada al desorden o al quedo silencio del momento, exhibe, incita a través de sus infinitas refulgencias de plata, a tener confianza en la posibilidad una vez descubierta para mi su esencia, su sutileza que leo en la grafía ancestral del rumor de su superficie ondulante, a pescar estos sueños que una vez fueron míos, con la red tamizada de empeños tras las conquistas cotidianas, y solo con el objetivo, o búsqueda, de tejer felicidad. 

(C) F.J. Calvente.




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