“-La
labor de un detective de policía no resulta nada glamuroso –se explicó
Katayama-. Más de la mitad del trabajo consiste en patear la calle hasta que ya
no sientes las piernas. Y para colmo, casi todos esos esfuerzos no sirven para
nada”
No consigo descolgar la
etiqueta de ingenuidad, y lo he intentado, aunque sea una simpleza amable, entretenida,
también atractiva, dada la escabrosidad de su argumento, a esta novela o a este
principio de una saga de novela negra que en el país del sol naciente, Japón,
tuvo y tiene una enorme consideración y atracción. “Los misterios de la gata
Holmes” (Quaterni, 2015) de Jirō Akagawa. Con todo, no es una novela negra al
caso, aunque rezume un sabor clásico, sino una novela enigma, de las de puzle,
en
la tradición de Conan Doyle, Agatha Christie, Maurice Leblanc…, la que más por
la dilucidación en sus últimas páginas de un misterio criminal, lo es por una
de las versiones más interesantes de las historias o acertijos de habitación
vacía o cerrada y en la que se comete un asesinato imposible. Además de esto, y
ya lo dicho es mucho, la narración enhebra un humor desnudo que, aparte de un
punto absurdo en determinados lugares, atrae por su desenfado y sencillez,
perfectamente ordenada con una intriga fresca y sugestiva.
A modo de sinopsis
editorial:
“El detective Katayama
tiene dos importantes problemas que le impiden ser un policía de primera: por
un lado siente pánico ante la sangre, solo con verla se desmaya. Por otro, es
tan tímido que es incapaz de hablar con mujeres. A pesar de esto, deberá unirse
a la investigación del asesinato de una universitaria y le será encomendada la
vigilancia de una residencia femenina de la universidad. Su vida dará un giro
inesperado cuando conoce a un catedrático que tiene una mascota a la que llama
Holmes y que, para sorpresa del detective, no es una gata corriente. Esta es la
primera entrega de una conocida serie de libros que provocó que los aficionados
a las novelas de misterio aumentaran vertiginosamente en Japón. Una mezcla de
comedia y misterio que se ha convertido en una obra emblemática para los
lectores y que ha llevado a su personaje, la gata calicó Holmes a ser uno de
los personajes más queridos y populares de la ficción nipona.”
El argumento se
estructura en un doble misterio: Un asesino que mata a estudiantes
universitarias que se prostituyen, y por otro un trapicheo de corrupción
urbanística. Indudablemente, a medida que se avanza en el relato, ambos temas guardan
estrecha relación en ese ambiente universitario. Es decir, a medida que su
detective, Katayama, con la ayuda de una gata calicó llamada Holmes, despliegan
la investigación, unas veces previsible, otras quizá excesivamente expeditiva,
más en su última parte, llenas de sorpresas hasta la elucidación final del caso
o enigma policíaco. Los personajes imprimen la seña de identidad de la novela.
Primero por el detective Yoshitaro Katayama de la Policia Metropolitana de
Tokio, tan lejano, tan diferente al habitual protagonista atormentado o
complejo o introvertido o solitario; un tímido detective de 29 años que huye de
las mujeres, con vértigo, quien desfallece al ver la sangre, dormilón, apodado
por sus compañeros como “princesita” …, alguien harto difícil de encuadrar en
el perfil tradicional del policía o investigador bregado y sagaz. Pero después
cuenta con la inestimable ayuda de un felino, de una gata tricolor (calicó) que,
siquiera manteniendo un papel secundario, con su actitud y gestos determinan el
curso correcto de la investigación. No obstante, con independencia de este
toque extraordinario o fantástico en torno a la inteligencia e influencia del
animal, el narrador no escatima recursos, siendo lo suficientemente honesto
para dejar al alcance del lector todas las pistas necesarias para que resuelva
el caso antes de la resolución final.
“–Lo
tuyo no tiene remedio. Hace muchísimo tiempo que trabajo en la policía, pero
jamás había oído que un detective se desmaye cada vez que ve sangre.
–La
verdad es que me da muchísima vergüenza”.
Una narración de marcado
acento visual, muy ágil, llena de diálogos y giros, de sucintas descripciones,
dando prioridad a la trama, o a las tramas, con una intriga, con un humor,
fresco, simple, y con todo en un ritmo absorbente, trepidante, manteniendo el
interés hasta el punto final.
Una novela policíaca para
pasar, por su escasa rigurosidad, la llamé al principio ingenuidad, un tiempo
agradable.
“Las
novelas con detectives corrientes que pateaban la calle hasta la saciedad y de
improviso se topaban con una pista no le agradaban. Seguramente porque se
parecían demasiado a sí mismo”.
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