Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



sábado, 12 de octubre de 2019

«DE LA FIESTA NACIONAL»

De acuerdo: Feliz Día de la Hispanidad, de España, de traperías ondeantes rojas y gualdas, ¡Viva!, y solo ¡Arriba! a la decencia, diversidad y al respeto, benemérita Benemérita, también, de las pilaricas, del Pilar.... vale. Felicidades y felicitaciones por doquiera en esta ya vieja piel de toro hollada por diferentes culturas y sentires y vapuleada por odios y garrotazos fraternos, todavía.

Con todo, dejando a un lado los acompasados y aguerridos desfiles, frívolas escenografías, patrios impulsos primarios,  banquetes pantagruélicos, el dios de aquellos que nos bendiga a todos, conmemoremos hoy los pilares que sostienen o deben sostener nuestro estar y convivencia en esto de ser españoles o de estar en esta tierra a la que hemos dado en llamar España; ser humanos, en definitiva, en este ínfimo espacio del universo.

Pilares no tan duros y retorcidos como los cuernos de una cabra con chapiri o el yelmo de Cortés o la caradura del prior del Valle de los Caídos. Pilares, de deferencia, comunicación, generosidad y honestidad, que nos sostengan a todos y garanticen el bienestar, la dignidad y protección de la vivienda, del trabajo, de una sanidad, educación y justicia igual para todos.

Pilares de ocio, esfuerzo y evasión: ese Tour de Induráin, ese triple de Ricky, otro Gran Slam de Nadal, otro mundial de Márquez, esa sirena de Mireia Belmonte, la parada de Casillas y el gol de Iniesta... Pilares de los que inmortalizaron nuestra esencia y sentir en las artes y las ciencias: las células de Ramón y Cajal, las moléculas de Severo Ochoa; los fogones de Ferrán Adriá; la magia de Gaudí; la rebelión de las masas de Ortega y Gasset; las bodas de sangre de Lorca, el Platero de Machado o el surrealismo de Aleixandre, la colmena de Cela, los santos inocentes de Delibes, el magnetismo complejo de Javier Marías; Mediterráneo de Serrat, el mes de abril de Sabina, bulerías de Camarón, Falla o la Piquer, ese maneras de vivir tocado por Leño; los relojes de Dalí, trazos de Miró, Velázquez, Goya, o el sueño de Picasso... Pilares que nos hacen ser acaso españoles o nos asientan a esta tierra que hemos dado en llamar España. Pilares que nos tienen que hacer, aquí, personas.

«Existe la raza de aquellos que no llegan a las palabras más que movidos por sus emociones, y la raza de los que no llegan a las emociones más que movidos por las palabras.» Después de esta reflexión de Victoria Ocampo, disfruten, los que puedan, de esta festividad llamémosle nacional.


© F.J. Calvente.

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