Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



sábado, 12 de octubre de 2019

«Qué importa si no será normal»



Yo también supongo, amigo Charles Bukowski, (milagro indulgente espero de mi primo Paco, por el poeta maldito y aludido) que de niño no fui muy normal. No, quizás no fui un niño muy normal. Porque hoy, tanto tiempo después, sigo cruzando esos límites de la normalidad cuando, al igual que entonces, mis momentos más felices fueron en sábados como este en los que me quedaba solo, o con mi familia íntima, en casa. Tampoco será normal pretender que el sábado se eternice así, sin más nada o solo yo llenando el dichoso vacío de su amplitud y tránsito.

«Qué importa si no será normal»

© F.J. Calvente.

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