Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



lunes, 7 de octubre de 2019

«URDIMBRE»

«Urdimbre.
1. f. Estambre o pie después de urdido.
2. f. Conjunto de hilos que se colocan en el telar paralelamente unos a otros para formar una tela.
3. f. Acción de urdir (‖ maquinar algo).»


El hombre que mira a los ocasos y vive con el fuego de su melancolía, tiene ahí, en la mirada, unos versos de Pita Amor :

«El cansancio que tengo es infinito; todo el dolor del mundo lo he probado; un laberinto de ansiedad habito y a tientas me revuelvo en lo intrincado.»

Apoyado en el muro que lo separa o marca sus límites con el abismo, él se siente confiado de obtener una respuesta cuando no ha formulado pregunta alguna, un lenitivo a la esencia, al palpitar, a su sangre que en esos instantes ha destilado o ha acaparado o a tramado la poesía anterior, esta donde las preguntas y las respuestas se intrincan, suscriben, e hilan unos puntos suspensivos ausentes, los que constituyen un símbolo de la indecisión, de esperar que las ascuas encendidas en el cielo devore con sus llamas la contrariedad y la inquietud, la adolorida urdimbre del presente, para que la oscuridad de la noche los selle, los borre, y deje ocasión al alba a la posibilidad de un nuevo comienzo o a un no mirar atrás definitivo.

«Urdimbre»
© F.J. Calvente.

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