Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



domingo, 9 de febrero de 2020

«SOL DE MEDIODÍA»


Un sol de mediodía que, quizás por el nublado de agua incierta, cierta su gris opacidad, su pantalla perturbadora, quizás por ser domingo, domingo de solaz y aventura, baja derramándose por el empedrado de la calle Benarrabá, Güelilla nostálgica y eterna, como la lengua de un rey de fábula, para en su deslizamiento mudar su luz en un rastro de oro sólido y en miel su humedad de nieve derretida de una luna más llena. 

«SOL DE MEDIODÍA»
© F.J. Calvente.

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