Un sol de mediodía que, quizás por el nublado de agua incierta, cierta su gris opacidad, su pantalla perturbadora, quizás por ser domingo, domingo de solaz y aventura, baja derramándose por el empedrado de la calle Benarrabá, Güelilla nostálgica y eterna, como la lengua de un rey de fábula, para en su deslizamiento mudar su luz en un rastro de oro sólido y en miel su humedad de nieve derretida de una luna más llena.
«SOL DE MEDIODÍA»
© F.J. Calvente.
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