Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



viernes, 30 de septiembre de 2022

"FERIA"

 


Después de todo, todo ha sido/ nada,/ a pesar de que un día lo fue/ todo./ Después de nada, o después/ de todo/ supe que todo no era más que/ nada.

 

            No son estas las letras que con afecto y dedicación hubiera escrito, ni es este el espacio o lugar para aquellas otras letras que por estas fechas confiaba al programa de Feria del Barrio San Francisco. Tampoco van a ser estas que por aquí corren, letras que recriminen, ajusten cuentas, venguen la orfandad, el desinterés, el olvido o desprecio o descuido de mis otras letras desde... tantos años atrás, muy gratos y sucesivos. Si una vez fue la primera vez para aquellas letras, me confirmo, con sus retóricas, imbricaciones y vestigios, la primera vez en que comencé y me dejaron interpretar el medio, a mi Barrio, con literatura o con un remedo personal expresivo, entiendo que también ese instante inaugural establecía una última o definitiva vez y la que en esta ocasión no es o no será jamás puesto que no se ha producido, una ausencia, una espera, un vacío. Aunque nada queda, de acuerdo, ni nadie seamos imprescindibles, duele el silencio, la indiferencia, un porqué, la falta de una explicación o un motivo. No, no quiero ahondar más en este ingrato asunto, para qué. No, no quiero, no, del esfuerzo baldío; al suponer una venganza, un ataque, un aparte, un desdén, humo, negación, reprobación … por voluntad propia o ajena, interna o de afuera, amistosa o intrusa, colectiva o específica, ni por verdaderos o fingidos. Una razón o incluso excusa, solo esto merezco, y exijo.

 

Años en los que me llenaba, me enriquecía el hecho de formar parte de la tradición y de esta manifestación amena del Barrio San Francisco, de divulgar mis emociones, mi deuda de gratitud, de integrarme en este instrumento de comunicación y relación que son sus fiestas; particularmente a sumarme en este aparejo que consideraba y considero más que a un programa de feria, oficial u oficioso o ambos este año, una oportunidad y privilegio. Ahí estaba yo entremetido en sus páginas, presente y efusivo, entre los saludas formales de las autoridades, de su sucinta programación, de otras colaboraciones históricas o poéticas, de algunas añejas fotos y plétora publicitaria para sufragar... Ahí estaba yo, en un hueco o rincón literario o solo en un fragmento de mi corazón escrito. Ahí estaba yo, con mi tiento e ilusión por exhibir o sugerir el arraigo, la nobleza, el aliciente, la vida o a vivir con consciencia en este Barrio único; acaso en una manera de emplazarnos ante su espejo, donde vernos o aplicarnos en el paradigma del buen ceporrero, por el escenario, o en el de buena persona y como ejemplos tenemos muchos, muchos; de ser pues en el azogue y en el contexto eso, Barrio, y en concreto o de modo expansivo en este calendario de sus días grandes y festivos. Ahora puedo hacerlo por aquí, relatar, pero no es lo mismo.

 

Y hubiese deseado escribir, hilvanar hoy, con desahogo y fundamento, en esta media luz de otoño y excepcionalmente más fría, algarabías, sonidos, vértigos, colores y sonrisas, a intangibles y melancolías de ayer, de promesas para mañana. Imágenes e impresiones trenzadas, por ejemplo o tan cierto, con lo más cercano, con ese recuerdo sin recuerdos de Rafael en la esquina de San Francisco de Asís con Ruedo Alameda, o un poco más arriba con la puerta cerrada y la silla de enea ya sin peso ni bienvenida de Anita, con Pepe Flores por los Santos y sus sacos desbordados de castañas y amables sonrisas; o incluso en el testimonio de las primeras hojas que caen y como cayó gran parte de un árbol centenario por desidia, en la esquina con Torrejones de la alameda franciscana, en un tramo de los poyetes sin cobijo para los todavía allí, o unos metros al lado, Salvador “el naranjero”, Paco “el Lerena”, Pepe “el policía”, ... quienes aún oyen entre otros a Gaspar, sí, el de Micaela, y a otras constantes presencias que nunca se marcharon y puesto que viven en nuestra cotidiana retentiva; o incluso con detener el último baile de Antonio “Sacalastoa”, o los asientos fijos en la memoria de Frasquito de “María Meli”, frente al “Sucio”, o el de Eduarda frente al atrio del extinto colegio mixto San Francisco; o de la fuente inagotable y viva de historia y costumbrismo de Ángeles de “la Pila”, o incluso de las épicas de “el Turrillo”... En un transitar ahora, sigiloso y generoso, por esta inaudita línea de fuego fraterna y colectiva, como si se tratara de una nostálgica caseta de tiro o de tiro pichón en el real de la feria; donde mi palillo, en esta tregua ambigua de disparos cruzados y extraviados, ya ha caído.

 

Un encuentro, solo era esto, eran estas mi atención, mi ilusión, y los he perdido; para en estos momentos reclamar un porqué, la decisión o argumento, o el indiferente pretexto o silencio. Y termino, con estas letras que no son las letras que con afecto y dedicación hubiera escrito. Con un hasta siempre en este presente de deseos, deseándoles pasen, pasemos, una buena feria; abiertos, divertidos y apegados siquiera más a este Barrio, a esta tierra, a un mundo incomparable y sencillo. Gracias, por tanto, por todo, por ... Finalizo con estos versos, de “Vida” de José Hierro, como fueron asimismo suyos los del principio:

 

Qué más da que la nada fuera/ nada/ si más nada será, después de/ todo,/ después de tanto todo para/ nada.

 

 

F.J. CALVENTE.

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