Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



sábado, 25 de febrero de 2023

"CARMELA"

 


Un rayo de sol rasgó el nublado, penetró por la ventana con decisión y se derramó sobre la chimenea, por un pequeño cuadro de la Virgen de la Soledad, en un claroscuro oblicuo en la piedra y la madera. Carmen Alba Garrido, "Carmela", había muerto. Un guiño de luz desde su noche infinita. Una candela para hacer más soportable nuestra espera. Vida en la ausencia definitiva. El recuerdo que palpita. Soledad que en absoluto estás sola. 


El nublado en el cielo ha regresado, y también el frío. Desamparo. Pero esto ella nunca lo hubiese querido, esa grisura, la falta de color, tristeza, aunque físicamente ya no esté y se le eche tanto de menos en aquello tan cotidiano de comprar el pan, una confidencia, un consejo, unas risas. Porque, para los que somos de aquí, incluso para los nuevos que han abrazado su espíritu, hay personas a las que creemos estar, permanecer ahí siempre, como un símbolo de la tierra, un vínculo, del Barrio, inmortales; por eso cuando se marchan al Otro Lado, la existencia duele, el vacío que dejan por cómo ocupaban, llenaban, sea inconscientemente, una parte importante de ti o de tu significado en este universo del instante, del Barrio San Francisco, o solo Barrio. Así hoy, durante su velatorio, la unanimidad de todos los presentes al recordar a Carmela, era de haber sido ella un motor, un gran corazón con el que latía el Barrio. Una pausa.


De Carmela Alba siempre recordaremos su carácter, su fuerza, su enorme generosidad y su manera discreta; su afecto por el Barrio, su solidaridad y entrega, su empatía y compromiso; su disposición con los colectivos que deben salvaguardar su esencia, Hermandad y Asociación, parroquia y fe; la amable consejera, en su panadería como un faro de empatía y encuentro, de cobijo y calor.

 

En estos momentos recuerdo, además de unas recientes "tardes al fresco" en la Alameda, organizadas por la Asociación de Vecinos, en las que nos ensimismaba con sus historias, recuerdo en mañanas en las que compraba el pan, a Carmela halagándome por unas u otras letras escritas. "¡Qué arte tienes, hijo!", me decía con pródiga sonrisa; para luego requerirme a que escribiera no ya sobre ella, sino de la panadería, del sentido y sentir de la panadería Alba en el Barrio, en sus vecinos. Siento, Carmela, haberlo hecho ahora ..., escribir de ti tan tarde. 


Aunque el rayo de sol ya no esté, engullido por la opacidad de los días, en los ojos de Nuestra Señora de la Soledad hallaremos el vivo fulgor de todos aquellos, familiares y vecinos, amigos, de todas las llamas que encienden a este Barrio San Francisco, los que iluminan nuestro hogar. Carmela se ha ido, pero constantemente la encontraremos entre nosotros. Que la tierra te sea leve.


F.J. Calvente.

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