Y digo yo:
«Las personas sensibles viven en puntillas de pie para no molestar a nadie. Pasan por la vida sin hacer ruido, porque todo el "ruido" lo tienen dentro.»
No, para nada la edil máxima de la Ronda del "Tanto monta", se acomoda, sencilla y amable, a esta descripción del fabricante de ideas Antonio Curnetta.
En un principio, ella provocó un curioso, por excepcional, estremecimiento interior, una sorprendente confianza, la tierna conmoción por unas palabras llenas de sensibilidad, sí, de sensibilidad dijo. Dichas y referidas a terruños "sensibles y menos sensibles", sí, eso dijo, a manera de una corriente eléctrica que en vez de amor sea fotovoltaica. Vale. 'Así como una sonrisa enamora, una acción decepciona'. Tan pronto diluidos, palabras y remusgo sensible, tras una mueca dura y afilada por la circunstancia. Circunstancia que no incumbe a ciudadanos o ¿eran súbditos?, solo a un interés poderoso y al que debemos, ciegos, prosternarnos todos.
Entonces supe que la sensibilidad también puede ser impostada o, al caso, confundida en "falsete" de un habitual ruido... ¿político?
"UN TERRENO SENSIBLE"
F.J. Calvente.
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