Ahora es más fácil encontrarse que encontrar
tras una esquina en Pujerra.
Porque todas son sorprendentes, todas suman, e inquietan,
y retuercen y agarran y vuelan.
En todas anida el Destino o ese juguete de Dios o Preexistencia que sea
antes, mucho antes de que perdiera,
en esta rutina controlada de los días,
su expectativa y sorpresa.
Es como jugar
al juego del escondite con uno mismo;
como colgar letras en el alambre fino
de un poema de Cortázar:
"Ahora escribo pájaros.
No los veo venir, no los elijo,
de golpe están ahí, son esto,
una bandada de palabras
posándose
una
a
una
en los alambres de la página,
chirriando, picoteando, lluvia de alas
y yo sin pan que darles, solamente
dejándolos venir. Tal vez
sea eso un árbol
o tal vez
el amor."
Es esta la maravilla
de un juego de prendas y fantasía,
de cruces en un mapa del tesoro, de imaginación cumplida,
de asombro al descubrir, al observar
al negativo o copia única
de un ratón a la espera,
con su hacha igual de negra,
a un gato en su caza
y que confiado marcha o rompe la arista.
O de uno de los imposibles que recrean o adornan
el hechizo de una metáfora...
Y si no juego..., si no juego... ¡Ay, Pessoa!
(Mía es la otra hacha
para en versos tajar tus letras):
“Porque, al final,
¿quién soy, cuando no juego?
Un pobre huérfano abandonado en la calle de las Sensaciones,
tiritando de frío por las esquinas de la Realidad,
que tiene que dormir en la escalinata de la Tristeza
y comer el pan que le da la Fantasía.”
Porque si no juego, ya no sé quién soy, o lo que era,
al ser imposible recuperar a quien fui, o lo que era,
aquel al principio de todo, cuando era.
Ante este sesgo geométrico de la esquina,
en una conjunción ideal de luz y sombra,
a un lado y a otro y viceversa,
de una esquina de Pujerra,
una en la eternidad de todas,
si no juego, si no tengo a nadie al que encontrar
perderé, perderá su color, magia y oportunidad.
Que Dios o Preexistencia que sea
no lo quiera.
"Esquina de Pujerra"
F.J. Calvente.
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