Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



domingo, 25 de febrero de 2024

"PERSISTENCIA"

 


Ni con el viento, norte y levante, de agua y polvo, incluso con viento fuerte; ni con la lluvia, traslúcida y opaca, incluso con lluvia fuerte; ni con un extraño sol de invierno o de un invierno raro, que abrasa, agosta, fragiliza y desmenuza las hojas, incluso deshaciéndolas y dispersándolas como polen, como pavesas en el incendio de los días, en las hogueras de estas insólitas primaveras de incertidumbre, sorpresa y calor fuerte; ni por el ruido humano, estrépitos silenciosos, accidentes ociosos, voces en el cielo, incluso el ruido de un eco pasado que rebota en el futuro y hoy se hace más fuerte; ni con temblores del árbol por su savia que hierve o aletarga, o por indiferentes tactos, de abrazos y desdenes, llamadas y adioses, que hacen temblar al árbol, ese plátano de sombra, desnudándolo de su piel, de su pálida y fragmentada corteza como quemaduras de guerra, incluso de estremecerlo con la palpitación de la misma tierra, seca, legendaria y fuerte; ni ... nada. Nada ha conseguido desalojar al otoño del todo de la plaza franciscana; a su aliento y supervivencia, incluso de su confianza, por precaria que fuese y sea, por ser temporada esquiva, lesionada y absorbida por las estaciones de sus extremos, de su nostalgia siquiera por sus borrosos límites... ¿Cómo?, con este guiño cómplice y osado, o estertor broncíneo de un largo suspiro de persistencia. Agradecido entonces a su señal, por observarla y entenderla, por oír su epifanía, por paladear su fantasía, por  sentir y sentirme aquí con afecto inveterado, profundo, honesto, con reconocimiento ancestral de raíz y sangre, con una afinidad siempre renovada que mira detrás para no perderse mañana, de rendición pletórica y plena a su belleza, o de interiorizarla o interiorizar al último otoño o a este pronóstico, brochazo o borrón ocre en las ramas, del próximo y que llama en el horizonte tornasolado de la Feria del Barrio. En el milagro de unas testimoniales hojas aún sujetas a un árbol de la Alameda.


"PERSISTENCIA"

F.J. Calvente.

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