Al pasar por el Puente Nuevo de madrugada, también en un momento de la avanzada noche que ahí, luego tal vez, no captura la fotografía, junto a uno de sus balcones de piedra y forja vigilantes del vacío, sostenidos en la nada y posibles a Todo, se desataron unos versos de Concha Lagos, escritora o mejor poeta, editora o mejor animadora del mundo poético español desde los años 50:
"Que Ronda tiene un balcón
para desenamorarse.
Miré al fondo, miré al cielo,
a los abismos del aire,
y se voló sin sentir
el nombre de aquel amante.
Que Ronda tiene un balcón
para desenamorarse.
Niñas de amor escondido,
las de pena agonizante,
que Ronda tiene un balcón
para desenamorarse.
Por qué caminos iré
huyendo de tu recuerdo.
Caminos tiene el amor;
para el olvido,
ni un puerto.
Tendré que pasar el puente,
puente largo de la pena,
hecho de noches y días
hasta cumplir la condena.
Dije que estaba segura
del querer que te tenía
y era cosa de locura.
Cosa de la sinrazón,
de no saber lo que pasa
ni en el propio corazón.
Agua de nieve bebí
para saber lo que sientes
cuando te sientes a ti".
Si bien, por el momento, por la estación, por el crudo tránsito, por una rutina inaplazable, por un resfrío implacable, por un gramo de paracetamol ineludible, por una nostalgia de ayer mismo, amarro su poema "Balcón"(1954):
"BALCÓN a todos los vientos:
atalaya de suspiros.
Balcón ante el que desfila
el implacable destino.
Si me inclino en tu baranda
aún siento rumor de pinos
y aquel perfume a magnolias
de nuestras noches de estío.
Ahora te ocultan la nieblas
de un invierno tan sombrío,
que hasta el oro del otoño
con su bruma ha diluido.
AL contrario de aquel santo
que por no morir moría,
yo muero porque no vivo,
y por vivir moriría.
SER muy poco, casi nada…
¡Olvidar todo lo grave!
Y en un caminar ligero,
sin ilación ni armonía,
resucitar cada día".
Para "desenamorarse" o no, olvidar o no, mirar o suspirar, de purgar penas o no, estar junto a aquel balcón, un suicidio sentarse, una condena, en el que "por vivir moriría", se me hizo entonces, en la mañana o entrada la noche aquí esquiva, insostenible, por un frío de invierno ya que flagelaba incluso a mi destino o a una prevención sin sentido.
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