No voy a entrar, por cansino y por evidente, en las razones mercantiles o financieras o publicitarias o económicas que están tras el Premio Planeta de novela, que ya lo dijo el fundador del emporio editorial como para añadir algo más: “En España se lee poco y la publicidad está muy cara. Para eso se inventaron los premios literarios”. Sin embargo, lo mismo que en tantas tiradas anteriores he saltado como un resorte, indignado, crítico, cuando se excusaba o justificaba el premio y a sus ganadores, a sus autores y no importaban las obras al caso, con razones exclusivamente literarias, presentando auténticos bodrios o pestiños como cúlmenes de la narrativa hispana, del mismo modo también debo felicitar, por una cuestión estrictamente literaria, sí, a las obras y ganadores de esta edición de 2024. Porque tanto “Victoria” de Paloma Sánchez-Garnica, ganadora del Premio Planeta, como de la finalista “Fuego en la garganta” de Beatriz Serrano, han supuesto un viento fresco que ha removido el tufo alcanforado, triste y a cerrado que caracterizaba el certamen del millón de euros. Dos libros muy bien armados, bien escritos, ágiles, interesantes, y al fin y al cabo entretenidos.
Aquí estoy...
Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.
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