Estoy en uno de esos momentos, no por urgentes aunque tampoco demorados, en los que sin apremios o apresuramientos, asimismo sin frenos y ni yo mucho menos lento, sin ningún deseo de perder el tiempo, trato o busco de resolver la ecuación presencial, o el algoritmo vital de conjugar el sin prisas, pero sin pausas, en estos momentos de mi existencia.
Aquí estoy...
Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.
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