En verdad necesitas creerlo. Otro año, de nuevo. Casi la misma foto, casi la misma inquietud o emoción, casi el mismo relato o invención. Con la misma curiosidad, conmoción y porqué no misterio. ¡Qué más da! Una luz refulge en la noche, única, sola, sólida, en el interior del convento; la ves en las afueras y como ayer sentiste la sientes adentro, adentro... Un claror ilumina esta tiniebla de enero, íntegra llama tras las oscuras celosías de madera, de nubosos cristales y llorosos fierros de la ventana, de la ventana que da a la calle, a la calle Jerez desde La Merced y de una clausura que se deshace con el aliento de la helada o de una promesa apenas esbozada, mas sincera, resaltada por una cal de calendarios infinitos y por el sollozo de unos ladrillos como piedra de los inicios: "... y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará." Un faro en la oscuridad, quizás, una guía en la que anhelas confiar, o un madero donde aferrarte en la deriva por el desierto océano de los días. Víspera. Víspera de la festividad, de Ronda y de María. Una Aurora de Paz o solo una luz en la que necesitas creer, donde crear tu fe, vestir tu trascendencia, espiritualidad o abstracta y pulsante consciencia; acaso, solo y suficiente, para dar sentido a un vacío de la existencia.
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