Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



viernes, 5 de septiembre de 2014

LIBROS QUE VOY LEYENDO:

 
Decepcionante. En estos momentos creo que solo leeré a Henning Mankell cuando el inspector Kurt Wallander recorra sus páginas. Decidido. Me ha decepcionado, decía,  "El hijo del viento", por monótono, por su historia predecible, por la narración tan gris y neutra y a la que le sobran escenas de una crudeza y crueldad innecesarias, excesivas, desagradables incluso. Si el autor pretendía una novela crítica y de concienciación social, cae su objetivo en saco roto. Un largo viaje al África y la Suecia de finales del siglo XIX es esta novela en torno a la desconfianza, desprecio y el miedo de los países llamados «civilizados» hacia otras razas, otras culturas, otras concepciones de entender el mundo, hacia lo desconocido y diferente. Un niňo negro es usurpado de su tierra, del desierto africano del Kalahari, para ser llevado a Suecia,  donde se sumerge en el amargo pozo de la desesperación y en una lucha terrible por regresar a sus orígenes. "Este niño se muere de nostalgia" Lo dicho, confiaré en el inspector Kurt Wallander.

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