RAMAS
NEGRAS
F.J. CALVENTE
¿Olvidar? Intento, pero no puedo.
¿Ignorar? Quiero, pero me desprecio.
¿Disimular? Supongo, pero me
entristezco.
¿Resignarme? Eso hago, y muero.
¿Arrepentirme? Siempre.
¿Revelarme? Solo un sueño.
¿Qué hacer? Desear y pensar,
cerrar los ojos, afirmar que no puedo hacerlo, que no me merezco la salvación,
en el perdón, y buscar a quien en verdad soy yo o fui en un momento, a quien
quiero, ser en mi ensueño.
Esta es la vida, o mi vida, o mi
vida que se escenifica en la de otros, o la de aquellos en la mía y en sus
circunstancias, modales y decoros. Teatros.
El tiempo pasa, y ya no queda ni
el recuerdo. El recuerdo de lo que alguna vez fui, de lo que perdí o abandoné
en los avatares del tiempo. Y la nostalgia por encontrarlo y no saber
cómo, ni dónde, ni si tengo fuerzas para lograrlo o al menos intentarlo. Ser.
La vida, o mi vida, atrapada
entre las ramas negras de un destino que yo no hice y al que convencido me
rindo o tal vez dócil me humillo, contentándome con los brotes verdes de
esperanzas testimoniales, de unas hojas que ya empiezan a caer como las
lágrimas por aquel con quien coexistí y di la espalda hace mucho; olvidando,
ignorando, disimulando, resignándome, arrepintiéndome por no revelarme, podar
estas ramas negras que atrapan el cielo azul de mi ilusión.
Solo es una tarde melancólica de otoño.
Y estoy solo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario