¿ Q U É H A R Í A S ?
¿Qué harías si
al salir a la calle encuentras en el suelo un billete de esos dudosos, haberlos
haylos, de 500 euros? ¿Qué harías ante esa detención de la mirada, demorada en
un interés nuevo, insólito, y esa inesperada sonrisa en la mujer a la que amas,
en el hombre al que amas, que calienta tu interior y cuanto imploraste hasta la
desesperación, tras mucho tiempo de desdén y de ilusiones que a la vez que
caían surgían otras nuevas de sus desechos? ¿Qué harías cuando ese placentero
sueño, recurrente o inmediato, te sorprende con su materialización al doblar la
primera esquina o percibes su buena nueva en el horizonte de un camino diáfano
y resuelto? ¿Qué harías para enmendar el silencio, la indiferencia, aquel
agachar la cabeza o mirar a otro lado, con ese detalle, circunstancia o
contexto, en los que sufres la llamada del sufrimiento de otros, familiares o
conocidos, inéditos o viejos? ¿Qué harías ante la aparición de algo inesperado
que te brinda cuanto deseaste: el implorado trabajo, el lacerante
reconocimiento, salud propia o ajena, la certificación de estar vivo o ser
necesario para otro u otros? ¿Qué harías ante uno de estos presumibles, ante
uno, alguno, o todos estos posibles y tantos otros que desconozco o los que tú
aún ignoras pero sientes su conjetura inconsciente? ¿Qué harías si pudieras ser
una heroína, un héroe, sorteados el ridículo y el miedo? ¿Qué harías por mantener
lo ya tuyo? ¿Qué harías?
Pues yo te lo
voy a decir: No harías nada. Nada. No harías nada porque estas posibilidades y
anhelos, matemáticas quimeras, nada son y porque para que lo fueran necesitan
de un acto de voluntad, consciente o imaginada, para crearlos.
Y de esta
manera, en estos momentos de planteamientos y paradas, miro la tarde de un
otoño agonizante en los sollozos de la mansa lluvia, miro la luz perpleja,
blanca, que excusada penetra filtrada por las translúcidas cortinas de las
ventanas, miro cómo ésta arrima cierta sensibilidad cálida a las recogidas
sombras, miro la claridad anquilosarse en las formas instrumentales y
museísticas del salón. El frío tiene ese color, blanco, y esas pajizas
esperanzas de contravenirlo. Momentos de esperas, de esperas mientras pienso en
esto y en lo que se esfuerzan estas palabras, además de que no suceda algo, o
nada ocurra, o en absoluto desee hacerlo, ni por dentro de mí o por alguna
imprevista injerencia externa. Y eso te ocurre, nos ocurre a todos, ya que es
aquí donde se fundamentan tantos ensueños o empeños, tantos de aquellos
"¿Qué harías?", que no lo son porque infringen su manifestación, su
creación, en los momentos detenidos, en la apatía absoluta, o la átona
certidumbre en que todo, sea lo que sea, se nos dé fácil y hecho. Tienes miedo
hasta de no tener miedo. ¿Qué harías? No harías nada, porque para que sean
tienes que creer en ellos, imaginarlos, solo entonces tendrás la oportunidad de
encontrar el billete de los presuntos 500 euros, la siembra del amor en ella,
en él, la oportunidad y la consumación, sostener tu seguridad e historia, ser
héroes...
Yo, al fin y al
cabo, estoy haciéndolo: crear imaginarios para que se hagan realidad, y si no
lo hacen, me vale el mismo acto emocionante de darles la posibilidad de vivir y
que me contagien con su vida, no morir con temor, con miedo. ¿Qué harías? No,
no preguntes, solo hazlo y deja hacer.
F.J. CALVENTE
Algunas veces cuando se imagina se es capaz de ver las cosas de mil maneras distintas. Mis posibilidades, mil caminos, mil reacciones, mil preguntas y mil respuestas. Cuando te crees preparado para hacer algo, todo sucede de la manera mil una, esa en la que no pensaste. Yo también me veo capaz de imaginar y algunas veces eso no es una ventaja.
ResponderEliminarMe ha gustado lo que has escrito.
Ya solo con desear algo hace que el Universo se mueva para hacerlo. Mil gracias.
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