Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



lunes, 24 de agosto de 2015

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "Irène" de Pierre Lemaitre


“El hombre se nutre de imágenes de muerte porque tiene hambre de muerte. Y solo los artistas pueden aplacarla”
 

El horror. La locura del horror. “Con tiza, Maud había escrito, con su letra grande y abierta: Locura de dolor” Reconozco que esta novela de Pierre Lemaitre me dejó conmocionado. ¿Por qué? Antes quiero decir que este autor francés permanecía desde tiempo atrás en mi lista de pendientes, recomendado por su obra “Nos vemos allá arriba” con la que ganó el Premio Goncourt en 2013. Y por fin en este amable Agosto he conocido al escritor galo y ciertamente no por ese relato. Indeciso entre su celebrada “Vestido de novia” y la no menos aclamada “Alex”, otra de esas contrariedades editoriales al ser este volumen publicado aquí primero y siendo la segunda parte de la saga que narra la vida del comandante de policía Camille Verhoeben, un singular personaje de 1,45 metros de estatura, de mirada y maneras intimidantes, inteligente, eficaz, colérico cuando pierde esa sensiblería que le mantiene a flote de su pasado y gracias a su afición desde pequeño por la pintura... y felizmente casado con la bella Iréne; decía que entre esta vacilación por una u otra novela, la Editorial Alfaguara anunció la primera obra negra de Lemaitre en español, “Irène”, y primera del ciclo Verhoeben, para mí la oportunidad perfecta, pues, para iniciar el camino en el orden que aquel determinó. Luego sucumbí a una lectura adictiva, escalofriante, inteligente, absorbente y brillante… una apasionante carrera llena de sombrías sorpresas que conduce a un final emocionante e inesperado. Sí, todavía sobrecogido, ya que es algo distinto a lo que he leído, de una belleza brutal, de las que avisan que su contenido no puede, sino hiere la sensibilidad del lector no arriesgado, para valientes; tanto que yo tuve que cerrar el libro en alguna que otra ocasión, detenerme y recapacitar en lo que estaba leyendo, de si lo que estaba pasando era real, su ficción no importaba. Una novela que va más allá de la investigación policial por un singular protagonista de pasado complicado, de compleja personalidad como he esbozado líneas más arriba y amante de su trabajo; de lo más o menos truculento de su argumento, impactante sin duda, un asesino en serie que mata de manera brutal a sus víctimas homenajeando en cada ocasión a un autor clásico de género negro; más que una historia que hace sufrir, estremecer, zarandear, intimar…, por supuesto está garantizada la diversión, es ante todo una novela homenaje, el homenaje de un gran escritor a la literatura policíaca.
 
“Irène era uno de esos paréntesis que a veces la vida tiene el buen gusto de ofrecerte y la lucidez de quitarte”
 
“Irène” está narrada en tercera persona y se divide en dos partes, la segunda de mucha menos extensión que la primera, estructuradas en capítulos cortos más un epílogo final. Es una obra impecablemente elaborada, de ritmo vibrante y colmada de giros argumentales. Pierre Lemaitre define magistralmente a sus personajes, tanto los principales como los secundarios. Camille Verheoven, el principal, es un lúcido policía que llama más la atención por su baja estatura que por sus éxitos policiales. Sea como fuere, se encuentra en un momento dulce de su vida y no precisamente profesional, su mujer, Irène, está a punto de dar a luz. En este remanso de paz, sin embargo, recibe un aviso sobre un doble crimen que resalta por su salvajismo, por su casi perfección, y la investigación se hace ardua cuando los datos de la carnicería trascienden a una prensa incisiva que no deja de presionar e incordiar. Me ha gustado, dentro de este desierto de horror, tal vez un cierto matiz extraño o raro a otros ejemplos de esta índole literaria, el sentimentalismo del protagonista con su mujer, Irène. Sus miedos, ilusiones, cariño, la luz para las tenebrosidades de su pasado, haciendo de Camille Verhoeven un personaje empático por su rotundo retrato, detrás de la frialdad del policía se esconde una ternura interesante. El equipo de investigación del comandante está formado por tres policías de confianza: Maleval, Louis y Armand. El elenco de actores se completa con la inestimable ayuda de un librero y un profesor universitario, ambos especialistas en novela negra. La prensa, tan dada a ello, apodará al asesino como “El Novelista”. La filtración del sumario a periodistas sin escrúpulos. Pesquisas policiales a contrarreloj. Una huella hallada en la escena del crimen extiende el sanguinario rastro del homicida en una joven cuyo cuerpo fue encontrado, dos años antes, partido en dos en un vertedero. Un asesino en serie de una crueldad e inteligencia sobrenatural.
 
La genialidad de este libro reside en las espectaculares, escalofriantes puestas en escena de los crímenes, surgidas no de la imaginación de Lemaitre, sino que éste las ha tomado prestadas de obras de afamados escritores policíacos. Introduce y mezcla en su particular guión a aquellos autores que más le han gustado e influenciado, entroncando afinadamente con la singular, y turbadora, historia narrada en “Irène”. Mi agradecimiento al escritor y guionista francés, por su aportación y por impulsarme a releer a grandes maestros del crimen y el misterio como James Ellroy, Émile Gaboriau, William McIlvanney, Bret Easton Ellis...
 
Con el brutal doble crimen, “Irène”, la trama, se desarrolla sin ningún freno; a las propias vicisitudes de una investigación oscura y difícil se unen las complicaciones en la vida personal y laboral de Verhoeben, su relación con la prensa, con el entorno, absorbiendo a todas su obsesión por detener a un asesino en serie en una lucha intelectual y humana extraordinaria. Meta literatura negra en grado absoluto, sorpresiva, violenta, de narrativa brillante donde sobresale su ritmo creciente, vertiginoso en la presentación de unos hechos que alcanzan su culminación no menos sublime en un final apoteósico, de acuerdo que inesperado, pero memorable. Y no digo más, procuro andar con pies de plomo y no despejar cuadros de su argumento para no caer en el spoiler...
 
En definitiva, si buscas una novela llena de tensión, trepidante, ágil, de suspense y misterio, donde nada es lo que parece y que sirve de portentoso homenaje a algunos escritores de renombre del género policíaco, sin duda te recomiendo esta “Irène” porque no volverás a leer del mismo modo una novela negra, muy negra.
 
“… nada de la pulcritud inglesa de Agatha Christie, de la reflexión metódica de Conan Doyle, sino cuchitriles mugrientos con chicas apaleadas, pequeños traficantes desangrados en los contenedores de basura de Barbès, cuchilladas entre drogadictos, váteres apestosos donde encontraban a los que habían escapado de la navaja automática, chaperos que vendían a sus clientes por una raya y clientes que cotizaban la mamada a cinco euros después de las dos de la mañana”

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