Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



jueves, 15 de octubre de 2015


"¿Y no es ese el propósito de los objetos, de las cosas hermosas, ponerte en contacto con una belleza más grande?... No hay nada "racional" en nada de lo que me importa" 
Al leer estas frases de "El jilguero" de Donna Tartt, me he acordado, o tal vez he sentido, esta pintura, "Muchacha leyendo una carta", de Vermeer. No sé porqué, además de ser un cuadro que siempre me ha fascinado. Será por esa sensación, o esperanza, de que  las letras que lee la joven contengan la inmensidad que se abre a través de la ventana abierta. Si, también sé que no es racional el comentario, o la reflexión, no me importa, y porque vuelvo al encomillado del principio: no hay nada "racional" en nada de lo que me importa. Espero me entiendan, o al menos sean indulgentes 😉

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