“¡Pobres hombres desnudos de voluntad propia!, siempre embarcados en
las gestas que el mundo ha creado para ellos”
Alicia Giménez Bartlett (Albacete,
1951), la dama de la literatura negra patria por la serie de la inspectora de
policía Petra Delicado, más leída en Alemania e Italia que en España, ha ganado
la 64ª edición del Premio Planeta 2015 con “Hombres desnudos”, la novela cimentada
en un cruce de costumbrismo y thriller sexual, y la que, extrañamente, no es
policíaca. Tampoco tendría que extrañar; de hecho, la autora obtuvo en 2011 el
Premio Nadal por “Donde nadie te encuentre”, la historia real de una guerrillera
del maquis.
“Nadie puede imaginar hasta qué
punto los tiempos convulsos son capaces de convertirnos en quienes ni siquiera
imaginamos que podríamos llegar a ser. Hombres desnudos es una novela sobre el
presente que estamos viviendo, donde hombres treintañeros pierden su trabajo y
pueden acabar haciendo estriptis en un club, y donde cada vez más mujeres
priman su carrera profesional sobre cualquier compromiso sentimental o
familiar. En esta historia, esos hombres y esas mujeres entran en contacto y en
colisión, y lo harán con unas consecuencias imprevisibles.
Sexo, amistad, inocencia y maldad
en una combinación tan armónica como desasosegante”
Esta es la sinopsis editorial de “Hombres
desnudos”. Y ahora pongamos nombre a la dama y al stripper y esbocemos el
contexto:
La dama, Irene, una mujer al
frente de una empresa heredada de su padre que zozobra por los efectos de la
crisis económica, es abandonada por su marido, abogado que trabajaba para ella,
tras iniciar otra relación con una mujer más joven. Ella, en el intento de
superar la situación, se deja llevar por la desenfrenada vida de una amiga,
Genoveva. “Puede que las pijas sean
patéticas, pero trágicas no”. De forma paralela el stripper, Javier, que se
nos presenta al comienzo de la historia como profesor de Literatura de refuerzo
en un colegio de monjas, pierde su empleo. “La
literatura clásica ha dejado de interesarles… Las comedias de Lope no les
parecen ingeniosas, ni divertido “El Buscón”, ni interesante Jorge Manrique. No
ven ningún sentimiento trágico en la vida de Unamuno y tampoco la sonoridad
cadenciosa de los poemas de Machado se acopla a su oído. “Mil veces ciento,
cien mil. Mil veces mil, un millón”. No sienten su belleza melancólica”. La
desesperante realidad del paro, tan difícil y humillante, va poco a poco
degradando su existencia, en todos los ámbitos; tanto que su pareja, que
mantiene su puesto laboral, se cuestiona la relación por el cambio afectado en
él. Aparece Iván, un chico del extrarradio que trabaja como stripper y al que Javier
acaba de conocer en el entierro de la abuela de aquel, el cual le propone trabajar
en su club. Al principio Javier se niega a aceptar la proposición, pero las
circunstancias hacen que reconsidere su decisión. El encuentro entre Irene y
Javier tendrá consecuencias tan sorprendentes como trágicas.
“Yo hubiera juzgado como natural otro tipo de reacción: celos por
mostrarme desnudo ante otras mujeres, quejas por no pasar conmigo las noches de
los viernes y sábados... Lo que no soporto es su censura moral, su miedo al qué
dirán. Las ideas progresistas han volado. Lleva los prejuicios atados al
cuello, como la pesada piedra de un suicida frente al río”
Y a continuación mi opinión:
De un tiempo a esta parte, el Premio
Planeta, el de mayor cuantía económica, ha sido muy criticado por las obras
ganadoras, de un nivel más bien bajo a lo que podía esperarse; motivo que,
dando la razón a críticos y lectores, comenzó a remontarse, a mejorarse, el año
pasado con la excelente “Milena o el fémur más bello del mundo”, de Jorge
Zepeda Patterson, y este 2015, salvando algún contra al que después referiré, no
es desmerecedor del galardón. No conocía a Alicia Giménez Bartlett, pero seguiré
leyendo títulos suyos gracias a este Premio.
“-… Somos amigos, ¿no?, pues hagamos ese trato: yo te ayudo en la vida
y tú me ayudas con mis muertos. Haces un buen negocio, porque ya no me queda
nadie más vivo; en el fondo, ganas tú”
Y dicho esto, la novela está muy
bien construida, con una historia de peso sostenida por el monólogo continuo de
sus protagonistas, en primera persona, los pensamientos escritos de Irene y
Javier; aunque interrumpidos, o en los que se intercalan los de los
protagonistas secundarios, Iván y Genoveva, de una manera tal vez brusca pero
no por ello incómoda o que lastre el desarrollo y comprensión de la narración,
más ante la diferente condición social de unos y otros, con sus identificativos
lenguajes y maneras de entender la realidad. Genial la autora en su enorme
capacidad de observación y porque el lector no se pierde en los monólogos
sucesivos de uno u otro calibre. No obstante, en este análisis profundo de la
crisis económica que afecta no solo a los más desfavorecidos, hurtándoles
incluso la dignidad, sino también a los pudientes, todos, dentro de su propia
personalidad, asisten a un derrumbe de concepciones y valores, impulsándolos a
tomar decisiones tan extremas que nunca hubiera imaginado ni aceptado, cambiando
aquellas concepciones y valores al contraerlas por otras, transformando
idealismos en necesidades. En esta reflexión de una sociedad igual en crisis y
transformación, decía, me ha resultado en ocasiones pesado, tedioso, el
derroche en monólogos insistiendo en las mismas cuestiones o magnificando
conjeturas y contextos baladíes, o racionalizando hasta el cansancio
expresiones instintivas. Sí, hay tramos importantes de la novela en las que me
he aburrido, molesto si no iba a ser esa la tónica hasta el final de sus
páginas. Hasta que los personajes principales se encuentran y la acción, y los
propios monólogos, se hacen más dinámicos, más flexibles, incentivados por la
propia intriga de la historia y alentados por el misterio de cuál va a ser el
final, entre giros firmes que hacen la lectura apasionante.
“Pensar que “los amigos me han fallado” comportaría que alguna vez tuve
fe en ellos, y no es así”
En este mundo en cambio por la
crisis, se acentúan sobremanera las sombras por el precio de la igualdad, que
parece ésta superada, de acuerdo, pero que entra en una desorientación que no
conoce géneros, ni economías, ni culturas. En esto reflexionan los personajes y
reflexionamos nosotros en la lectura de la novela. En esto y, por los contextos
en los que se desarrolla, en la desorientación sentimental, y sexual, de la
sociedad y que tampoco conoce géneros, ni economías, ni culturas, solo de
soledad, solo de redefinir la propia dignidad.
Sin duda alguna, una buena
novela.
“Todo acto tiene consecuencias, y esas consecuencias generan nuevas
consecuencias. Si optas por no actuar da lo mismo, las omisiones también
generan consecuencias. Y así hasta que te mueres. El primer error que comete el
ser humano es no suicidarse en cuanto alcanza un mínimo uso de razón”
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