Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



viernes, 15 de abril de 2016

IMÁGENES CON LETRA: "El alma"

Mientras leo a José Luis Sampedro en mi particular homenaje por el aniversario de su muerte, la lectura de algo tan onírico, transgresor y sensual como las letras, lirismo, las imágenes de "El amante lesbiano", tropiezo con estas frases: "Vuelvo a la mesa de papá a entretenerme con las postales. Una de las más antiguas me muestra ese hermano del tajo de Ronda que es el hondo cañón del río Rummel en Constantina, capital oriental argelina, afirmándose en la fotografía que el puente de hierro era, en 1904, el más alto del mundo". Inmediatamente la curiosidad, comprobar la similitud entre contextos tan herméticos, tan fascinantes: uno conocido y jamás ponderado, nuestro Tajo de Ronda, y otro al que descubro en una fotografía encontrada en la red y que ilustra esta nota. La semejanza entre el Tajo de Ronda y el cañón del río Rummel es notoria, asombrosa. ¿Verdad? Sin embargo, no sé a vosotros, yo sentí desde el primer momento una diferencia fundamental, esencial: el alma. Cuando el cañón argelino transmite una conmoción centrífuga, la que se dispersa en la vasta amplitud y huye de la desproporción de las edificaciones, nuestro Tajo hunde su emoción, amor y dolor al unísono, en lo más íntimo de todos quienes, conscientes o curiosos, se asoman a su vacío, a la armonía de sus casas colgantes, a la fiera voluptuosidad de la piedra, despertando cierto estrago anímico de naturaleza variable y exclusiva y en todo caso revelada, anunciando el alma sensible de cada uno de ellos, de nosotros. ¿Verdad?


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