Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



lunes, 16 de mayo de 2016

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "El elefante desaparece" de Haruki Murakami

“Al contemplarla me sentí en un sueño. Estaba confundido. Si me servía de un sueño para conseguir un sueño, ¿dónde estaba yo en realidad?”



“El elefante desaparece” son relatos de Haruki Murakami publicados en 2005 y que ahora, 2016, disfrutamos en España gracias a Tusquets Editores. No voy a descubrir en este momento a Murakami, este eterno opositor al Nobel de Literatura, ni exponer lo grato para mí siempre de leerle. Si bien su anterior libro, también de relatos, “Hombres sin mujeres”, me entusiasmó más que éste, “El elefante desaparece” sostiene, en los 17 cuentos repartidos a lo largo de sus 352 páginas, el relato magistral que ensalza lo cotidiano en un grado de imaginación y misterio incomparables, “la nobleza de la imperfección”; ello, a pesar de las críticas tan acérrimas que tiene el autor japonés, con personajes corrientes, prototípicos de todas las sociedades y culturas contemporáneas, protagonistas que igual pueden ser nipones como españoles o americanos, envueltos por una intriga despreocupada, despegada, y no obstante de presentimiento certero ante la manifestación espontánea de algún alarde del destino que zamarree sus vidas y de sentido al momento absurdo de la narración presente. Y este es el secreto de la pericia narrativa de Murakami, describir un momento actual concreto, con personajes concretos, y en los que no importa el final o desenlace, pero que mantiene en vilo al lector con una trama sugerida y sugerente. A ver qué nos dice la sinopsis editorial:

 “Una maravillosa muestra del talento narrativo de Murakami que nos abre las puertas a otras realidades y nos lleva de la mano a mundos fantásticos.
Un hombre que se obsesiona con la insólita y misteriosa desaparición del elefante de un zoo, un abogado en paro que recibe el encargo de su mujer de encontrar a su gato, una pareja de recién casados que deciden atracar un MacDonald’s en plena noche, una curiosa digresión sobre los canguros, un enano diabólico que baila, un joven empeñado en burlarse de su futuro cuñado, un pirómano confeso... Los protagonistas de todos los relatos que componen este volumen esperan algo. Un accidente, un hecho azaroso. Al contrario que esta obra, donde nada, absolutamente nada, queda al azar. Alternando páginas inquietantes e hilarantes, El elefante desaparece es una prueba más de la capacidad de Murakami para cruzar la frontera entre lo cotidiano más realista y lo fantástico, transformando así la trivialidad de nuestras vidas.”

“Quizá nuestras esperanzas eran el camino equivocado, pero qué soy yo y qué eres tú si no un error en el diagnóstico. En ese caso, ¿existe una salida?”

Esta colección está integrada por los siguientes relatos: “El pájaro que da cuerda y las mujeres del martes” “Nuevo ataque a la panadería” “El comunicado del canguro” “Sobre el encuentro con una chica cien por cien perfecta en una soleada mañana del mes de abril” “Sueño” “La caída del Imperio Romano. La Revolución India de 1881. La invasión de Polonia por Hitler y El reino de los vientos enfurecidos” “Lederhosen” “Quemar graneros” “El pequeño monstruo verde” “Asunto de familia” “Una ventana” “La gente de la televisión” “Un barco lento a China” “El enanito bailarín” “El último césped de la tarde” “Silencio” “El elefante desaparece”

“—No hay nada malo en hacer preguntas. Obliga a la gente a pensar”

Un conjunto en el que, desde distintos registros de lo cotidiano, la prosa sencilla y emotiva de Murakami atrapa al lector en cada una de las historias, para convencer de la posibilidad de lo extraordinario dentro de existencias monocolores o uniformes o sin asombros. Historias que abren la simplicidad hacia unos registros que van desde esa habitual franqueza, el tono ordinario de las existencias narradas, lógicas, hacia lo mágico, lo onírico, sobrenatural, tan confusas que vislumbran una posibilidad para lo imposible. Y ello solo puede hacerlo Murakami, reitero que a pesar de sus críticos acérrimos, con naturalidad, imprimiendo un juego honesto y, a su vez, hermético, como si el lector tuviera que descubrir por sí solo las respuestas, los desenlaces, como si alguno de esos personajes fueran, realmente, unos u otros de nosotros mismos, en un momento que ya pasó o que ocurrirá mañana y con toda su carga pasmosa o fantástica; sucesos tolerantes incluso con lo descabellado, arrancándonos alguna que otra sonrisa con la que dar color a estas situaciones improbables o accidentes irresolutos. Y, en definitiva, de ahí la sublimidad argumental, sin importar que en las esperas, en ese acontecimiento que tiene que ocurrir, quimera o realidad, sueño o vigilia, no suceda, manteniendo indefinidamente la espera y en el lector una sensación melancólica que sustituye al final más inesperado.

“Al fin y al cabo, la escritura no es más que una improvisación”

Murakami, un maestro del escondite con las palabras, hipnotiza al lector con la fluidez y sencillez de una prosa que abre, en una palabra, en una frase, en una descripción, en un detalle, reitero que indulgente con el surrealismo si es necesario, la entrada a un universo personal y singular, con sus distintas concepciones o matices, con el que éste se siente identificado y con el que logra, no sé cómo explicarlo, sintonizar la naturaleza común con el aspecto mágico, irracional, que también vive en él; y esto sin profundidades ni reflexiones complejas, de manera ligera, natural, convincente. El final no cuenta, o no importa, sino el momento presente y aunque suponga dar aliento a esas razones que la razón no llega a entender; y sin desazón, ni desasosiego, asimilándolo con llaneza, con avenencia.

“La memoria se parece a las novelas. O quizás al contrario”

Quizás, a mi modesto entender, “El elefante desaparece” son relatos que reivindican la metáfora de la realidad, la de todos nosotros, incitando a esa capacidad por la curiosidad, por la sorpresa, tan apagadas en las grises vidas de hoy, esa “nobleza de la imperfección”. La necesidad de algo imprevisto que nos sitúe al principio de todo. “A veces tengo la sensación de que a mi alrededor se ha roto el equilibrio del que disfrutaba antes. Quizá sea sólo una ilusión, pero he perdido mi equilibrio interior y muchas cosas me resultan extrañas”. Fascinante.

“A veces me pregunto qué clase de vida es esta. No es que me sienta vacía, simplemente me sorprende ser incapaz de distinguir entre ayer y anteayer por el hecho de llevar esta vida, que me ha tragado por completo y en la que ni siquiera puedo dar media vuelta para mirar mis propias huellas antes de que las borre el viento”

“El elefante desaparece”, una lectura diferente, amena, llena de matices interesantes, sin expectaciones y aun a pesar de lo abierto de sus historias y de sus misterios, que planea en torno a lo imaginario y real como si ambos sean lo mismo, lo habitual, o lo uno complemento de lo otro: enanos mitológicos o elefantes que se desvanecen o insomnios imposibles, conviviendo con la música, clásica o jazz, Sony, la comida rápida, duchas y afeitados continuos, indolencias o afecciones de origen y desarrollo inexplicables... Historias como las que estamos viviendo en estos momentos y que muchas no tendrán final. Libro recomendable, sin duda.


“Tenía veintiocho años. Habían pasado seis desde que me casé. En ese tiempo había enterrado tres gatos, quemado muchas esperanzas y envuelto algunos sufrimientos en gruesos jerséis para ocultarlos bajo tierra. Todo ello en esta ciudad inconmensurable”

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